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El Telégrafo

Cataluña y la independencia

02 de octubre de 2013

El 11 de septiembre de 1714 la monarquía borbónica ganó la batalla por Barcelona y prácticamente concluyó la guerra europea de la sucesión a la corona española. Los catalanes perdieron libertades que tenían respecto al pago de impuestos  y a su propia gobernación, por el llamado Decreto de Nueva Planta.

Tras otras historias de gravísimos desencuentros (de los cuales el peor fue la larga represión de la cultura catalana durante el régimen nacionalista español del fascista general Francisco Franco, de 1939 a 1975), ahora hay una amplia mayoría en Cataluña que quiere votar en forma democrática, unos meses antes o después de septiembre de 2014, si quiere o no la independencia. En general, se favorece el planteamiento de la directa y libre integración de Cataluña a la Unión Europea, aunque hay sectores reacios a esta idea. La Comisión Europea señaló que si un territorio de un Estado comunitario declara su independencia, de manera automática deja de pertenecer a la Unión Europea y se convierte “en un país tercero”.

¿Por qué esa urgencia de independencia? Sin duda influye una crisis estructural económica sin precedentes que afecta a España, y de la cual no se observan visos de recuperación. También repercuten el modelo de Estado y la cuestión de los impuestos. Asimismo, influye que Escocia se apronte a votar a favor o en contra de su independencia. Cataluña recibe ya simpatías de Letonia, Lituania y de otros pequeños Estados europeos.

¿Por qué esa urgencia de independencia? Sin duda influye una crisis estructural económica sin precedentes que afecta a EspañaContribuye también el descrédito del monarca borbónico español (envuelto en escándalos económicos, personales y cacerías de elefantes) y el irritante patriotismo post-franquista del Partido Popular unido al aroma de corrupción del gobierno de Mariano Rajoy, en especial por la trama de financiamiento montada por el extesorero del partido, Luis Bárcenas.

¿Debemos participar en ese pleito desde América Latina? ¿Podemos ser neutrales? Supongo que nuestras posiciones varían según el conocimiento de la historia catalana y de acuerdo a nuestras distintas opciones ideológicas y políticas.

Alguien que no es neutral es Mario Vargas Llosa, el gran escritor, y pésimo político que predica una arcaica utopía neoliberal y arremete contra todos los "nacionalismos" (grandes o chicos) e indigenismos. En días pasados atacaba de frente las aspiraciones catalanas. Vargas Llosa sería más convincente si no fuera a la vez tan poco sensible a la diversidad cultural de su propio país, y tan poco defensor de los idiomas andinos y amazónicos en peligro de extinción. Uno siente que otro peruano, José María Arguedas (el autor de la gran novela “Todas las sangres”), hubiera simpatizado con Cataluña en este trance.

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