Por qué prefiero EL TELÉGRAFO
Las bombas panfletarias contra El Telégrafo y El Universo en Guayaquil me trajeron a la memoria las acciones de los pesquisas cuando destrozaban las cajas de linotipos de los diarios socialistas La Tierra y El Sol a mediados del siglo pasado. Mi solidaridad con el periódico y su Director. La derecha siempre ha estado en contra de la verdad y del progreso. Solo le interesa lo que le beneficia sin importar a quiénes perjudican. Hace unos años que El Telégrafo está accesible también en la Sierra; leer este diario es mi pan de cada día. Los artículos que nos refrescan la memoria, como aquel del antecedente del feriado bancario cuando, ‘entre gallos y medianoche’, la Junta Bancaria decreta que el Banco Central debe rescatar a los bancos en quiebra, especialmente el de sus amigotes. Los editorialistas tienen un día específico para dar su opinión, cada uno en su especialidad, y tienen la libertad de expresarla, por eso me duele la exclusión de Mónica Mancero por no estar de acuerdo con el Director, que siempre ha demostrado ser pluralista. Otras damas, como Melania Mora Witt, Lucrecia Maldonado, Nancy Bravo de Ramsey, escriben sobre los temas de actualidad y junto con Fander Falconí, César Hermida, el padre Pierre, Juan Carlos Morales, Oswaldo Ávila, Jaime Galarza, Alfredo Vera y muchos otros, así como editorialistas invitados, como Ignacio Ramonet, nos presentan un claro cuadro de lo que sucede en nuestro país y el mundo. Un artículo de Samuele Mazzolini fue atacado ferozmente por un funcionario cercano al presidente Correa, con epítetos que, en otro caso, habría podido ser demandado. La distancia geográfica le permite a Samuele juzgar mejor lo que está sucediendo en nuestro país y yo esperaba una reacción de solidaridad con su editorialista, no solo el publicar la carta del funcionario en la sección Cartas al Director; y estoy completamente de acuerdo con el análisis que hace sobre el paro nacional, especialmente en el punto 3, que espero no moleste a algún otro funcionario.
La sección Fanático contiene no solo artículos de fútbol, deportes y farándula: tiene dos perlas que me encantan, los jueves escribe Ramiro Diez sobre ajedrez, que no conozco ni jota, pero cuenta historias tan maravillosas que tienen como colofón un movimiento de ajedrez con su croquis y siglas del movimiento. Y los domingos, María Eulalia Silva, en su página de Mitos y Verdades, nos cuenta cómo los restos de dinosaurios dieron pie a mitos como los gigantes; y este domingo pasado sobre la erupción del Toba hace 73.000 años que produjo una era glacial de 1.800 años, de la cual sobrevivió un pequeño grupo en África, del cual todos descenderíamos. A todo este placer intelectual se suma el estético al tocar la calidad del papel y la claridad de impresión. Por eso prefiero leer EL TELÉGRAFO a cualquier otro medio informativo.
Rosa Elisa Proaño