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El Telégrafo

Carrera por patentar genes

24 de febrero de 2013

El acelerado avance de la genética nos enfrenta a realidades complejas. Los países que cuentan con tecnología de punta y sofisticada para el análisis de genes siguen empeñados en patentar genes humanos y de cualquier ser viviente.

Presuponen que, por el simple hecho de aislar genes, pueden tener su absoluto control, así como su propiedad, uso y usufructo. Su interés es el puro negocio y no importa que el fin de la investigación genética sea mejorar la vida.

El juez John Nicholas, del Tribunal Federal de Australia, desestimó el reclamo de Yvonne D’Arcy y el grupo Cancer Voices Australia contra las empresas Myriad Genetics y Genetic Technologies, la primera dueña de la patente de un gen y la segunda poseedora de la licencia exclusiva de su uso en Australia.

Los demandantes argumentan que los genes están y son parte de la naturaleza y que no pueden ser patentados porque las patentes protegen invenciones y no descubrimientos, y consideran que, si se patentan los genes, aumentarán los costos de los tratamientos y se limitarán las opciones de los pacientes.

Mientras que las empresas demandadas aducen que ellos no han patentado el gen por sí mismo, sino su construcción artificial. El juez consideró, por primera vez en Australia, que se puede patentar un gen humano aislado en un ambiente artificial. Un mal precedente.

El gen en disputa es el llamado BRCA1 (Breast Related Cancer), que está asociado al desarrollo de cáncer familiar de mama y ovario. Los cambios de la lectura genética de este gen elevan el riesgo de padecerlo hasta un 70% en las mujeres que portan las mutaciones. El gen es tan importante que, cuando se lo descubrió y se comercializaron pruebas de laboratorio para detectarlo, muchas mujeres llegaron a realizarse mastectomías radicales.

Existen muchos ejemplos de esta carrera por patentar genes: el sistema de electroporación celular, es decir abrir los poros de una célula mediante cargas eléctricas para introducir fármacos para terapia genética; la vacuna genética contra la enfermedad de Alzheimer; o el gen que defiende del virus del herpes.

La batalla sobre patentes nos involucra a todos. Con genes patentados se encarecerán las medicinas y tratamientos para la cura de enfermedades y hasta los procesos de diagnóstico. La globalización nos coloca en el lado más vulnerable de este negocio de patentes.

Como país con megabiodiversidad, incluida la humana, estamos en la mira de los patentadores. El Estado tiene la obligación de desarrollar la ciencia y la tecnología capaz de enfrentar esta ola de patentes y evitar el dominio transnacional.

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