Los cultivos ecuatorianos de exportación han sido históricamente el café, cacao y banano, los cuales tienen que cumplir los estándares de calidad establecidos por el mercado, interviniendo con esta finalidad capacitadores encargados de la introducción de procedimientos técnicos modernos para incrementar la producción y mantener la calidad que exige la competencia de los mercados.
De los cultivos mencionados tomamos como ejemplo el banano, considerado económicamente como el más importante del Ecuador.
Su producción proviene de cultivadores de diferentes estratos socioeconómicos. Para el año 2010, se informaba (AEBE) que los ingresos generados por la actividad bananera representaban el 3,84% del PIB total, el 50% del PIB agrícola y el 20% de las exportaciones privadas. El cultivo y sus industrias colaterales generaron empleo para más de un millón de familias, lo cual representaba alrededor de 2,5 millones de personas, a la fecha aproximadamente al 17% de la población del Ecuador. El rendimiento promedio nacional fue de alrededor de 1.700 cajas/ha/año, cantidad que es considerablemente baja en comparación con nuestros principales competidores, como son Colombia, Costa Rica y Filipinas, los cuales alcanzan una productividad promedio de 2.200, 2.500 y 3.000 cajas/ha/año.
Esta baja producción en comparación con la que obtienen nuestros vecinos y cercanos competidores es necesario revisarla por la importancia económica nacional del cultivo.
El buen nivel técnico que tienen los expertos y la capacidad demostrada por los obreros bananeros para asimilar las técnicas de manejo del cultivo perecedero, como es el banano, remite el problema a las diferencias financieras para soportar los costes del paquete tecnológico de producción, teniendo como distorsión aparente el tamaño de la unidad productora y la seguridad de cupo para colocar la producción.
Sectores interesados han señalado como mínimo 50 hectáreas para la autosustentación del cultivo.
La mayor parte de las unidades de producción (UPA) bananera se localiza en el rango de hasta las 50 ha, significando el 80% del total, donde están integradas las menores de 20 ha, que corresponden al 55%, seguramente con problemas técnicos que no se pueden satisfacer financieramente, no obstante el conocimiento del cultivo, lo cual nos indica que la solución no está solamente en los capacitadores, sino que se necesita una sólida organización campesina y la asistencia integral del Estado, debidamente auditada.