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El Telégrafo

Campaña mercantilista contra la nueva ley

22 de junio de 2013

La prensa “independiente” ya no puede ocultar la pérdida de su poder y, en su intento por recuperar un mínimo de espacio, practica otros artificios en el manejo de las informaciones y artículos de opinión, y acciones para alentar a una oposición débil, confusa y sin líderes que no atinan qué hacer frente al gigantesco apoyo popular a la obra del régimen de la Revolución Ciudadana.

Los medios privados no han comprendido el pensamiento de Gorki: “Se puede engañar a todo el mundo, pero no a la verdad. Solo la verdad os hará libres”. Sus esperadas reacciones por la aprobación y expedición de la Ley Orgánica de Comunicación rayan en mentiras y distorsiones de los enunciados y principios que no llegan al convencimiento ciudadano. Sus aliados, temerosos, lanzan la “voz de alerta”.

Las cámaras de comercio,  los organismos nacionales y extranjeros, manejados por los dueños de los medios, en su campaña de respuesta a la Ley de Medios, se desvían del tema con el rechazo de los ecuatorianos que ya han confirmado que el periodismo -en contubernio con la derecha reaccionaria, durante la etapa republicana- ha desarrollado sus actividades en beneficio de la oligarquía, silenciando o exagerando los hechos, según conveniencia del momento histórico.

Es otra verdad que la Ley de Comunicación terminará con el poder mediático, la desinformación, el sensacionalismo y el ocultamiento de los acontecimientos que afectan los intereses y negocios de los grupos privilegiados en el concierto neoliberal. Como la prensa comercial, medios impresos, radio y televisión se extraviaron de sus fines -hoy atrapados por una  nueva ley-,  en su pretensión de recuperar por lo menos parte de su hegemonía mediática, buscan armar otro frente de oposición al régimen del Buen Vivir liderado por Rafael Correa Delgado.

Conscientes de su derrota por la vigencia de la nueva ley y el estado de postración en que se encuentran los restos de la partidocracia, invocan alianzas con grupos de presión dentro y fuera del país, para enfrentarse, según ellos, al autoritarismo y a la falsa democracia cuando, en el fondo, evidencian su angustia por recuperar aunque sea una parte de su negocio.

La verdad iluminará a la patria. En poco tiempo avizoraremos la vigencia de un periodismo serio, vertical, objetivo, veraz, de análisis con fuentes de sustento, luminoso, transparente en el marco de la ética y el respecto a la honra de otros. Hacía falta ordenar a la prensa para terminar con su petulancia y los abusos.

Pero no hay que subestimar a la resistencia de la oposición. Surgirán nuevos intentos por recuperar espacio perdido. No se descarta la conspiración como un desesperado recurso para volver al control de la república.

A la libertad de expresión se la pretendió privatizar y se olvidan de que es un derecho de los ciudadanos a ser informados con veracidad y sin lesionar su honor. Hay que comprender que ha llegado la era del cambio.
Los medios privados “independientes” o comerciales, en su turno, están llamados a someterse al imperio de la Ley Orgánica de Comunicación.

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