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El Telégrafo

Campaña electoral: todos contra uno

02 de febrero de 2013

Periodistas “independientes” obsesionados  y candidatos perdedores, en los últimos días, como parte de la campaña electoral, han intensificado el programa de agresión contra el candidato a la reelección, Rafael Correa Delgado, y su régimen de la Revolución Ciudadana. Utilizan los medios privados, carteles, hojas volantes y correo electrónico para cubrir de improperios al ganador de la contienda del 17 de febrero, según la prensa “libre”. Se equivocan al pensar que la ofensa  resta votos al rival.

El insultador es un ser frustrado, cargado de odio, sin dotes morales, se cree superior a los demás, se burla del prójimo, no reconoce sus defectos y es, por su comportamiento malévolo, una persona peligrosa. El polemista es tolerante, reconoce los méritos de otros, actúa con reflexión y trata los problemas de acuerdo con la realidad de los hechos.

El cobarde lanza dardos desde lejos, oculto, para eludir responsabilidades y a la justicia. Finge de humorista para agredir al adversario. Las notas de humor, dicen los grandes del periodismo deben ser breves y claras, llamadas a hacer reír. Recuerdan que para mantener un alto nivel humorístico, se requiere un talento especial para no descender en el más reprochable desvío, de burlarse de los méritos del prójimo, defectos físicos o de una grave enfermedad.

La oposición es saludable en un régimen democrático, pero manteniendo altivez, verticalidad en la crítica y, además, contribuir con ideas a enderezar rumbos en la conducción de Estado, si el caso lo exige.

Algunos de los presidenciables reconocen que los mandatarios de las últimas décadas gobernaron para favorecer a la oligarquía y se olvidaron de los sectores sociales abandonados, pero no aceptan por conveniencia que con el advenimiento del régimen de Correa y Alianza PAIS se inauguró la era del cambio en provecho de los que nada tienen. El pueblo aprende, recientemente, a identificar a sus enemigos, a no confiar en las promesas falsas y a respaldar la  gran obra social que impulsa este gobierno y que se observa a la vista de todos los ecuatorianos.

Es verdad que la campaña electoral es desigual. En la oposición no hay auténticos conductores, ni exhibe programas de gobierno factibles, pero eso sí cuenta con el poder mediático y la estrategia de la calumnia en su angustia por restar votos al rival y atenuar su victoria, ya anunciada, disimuladamente, por los columnistas “independientes”; mientras a medida que se acerca el día del sufragio se afianza el liderazgo de Rafael Correa.

El líder político resplandece por su capacidad, honradez y don de mando. Incansable en la búsqueda del bienestar de los pueblos y firmemente decidido a arriesgar su vida en su lucha por los demás, y principalmente de quienes siempre han vivido sin esperanza.

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