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El Telégrafo

Cambios estructurales para las universidades (2)

10 de diciembre de 2013

La calidad de la educación en una nación decide el futuro de ese pueblo. En consecuencia, aquellos países en los cuales se exige excelencia académica son los que lideran en el mundo. Indistintamente si son grandes o pequeños en territorio, llegan a convertirse en verdaderos gigantes en las ciencias, las artes, la economía, la tecnología, a los cuales las otras comunidades del planeta tan solo tratan de imitar sus costumbres, incluyendo sus vicios. ¿Cómo nos encontramos nosotros al respecto? Concluida la primera parte de la valoración realizada por el Consejo de Evaluación, Acreditación y Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior (Ceaaces) a 54 centros de formación superior del Ecuador, al conocer los resultados el impacto fue de shock.

Se corrieron los velos que en nuestro mundo universitario venían cubriendo muchas falencias y la realidad de una mediocridad campante. Para efectos de conocer algunas dudas que se mantienen en relación con el proceso de evaluación, acudí a dos prestigiosos catedráticos con posiciones de relieve en las instituciones a las que se pertenecen, y con la mayor experiencia en la docencia universitaria en  Ecuador. Nada menos que 40 años dictando clases siempre en el mismo centro de estudios superiores, para lo cual llegaron desde sus países de origen hace ya cuatro décadas. El uno es docente a tiempo completo de la Universidad de Guayaquil, calificada con D. El otro es jubilado, pero actualmente profesor ad honórem de la Escuela Politécnica Nacional (EPN), evaluada con A. Ambos coincidieron -además- en proteger sus identidades.    

“La calificación A es muy bonita, pero es una evaluación a nivel ecuatoriano. La pregunta es: ¿dónde se ubica la A ecuatoriana en el rango mundial?”A la pregunta de si era necesario un proceso de evaluación de las universidades del Ecuador, el catedrático de la U. de Guayaquil señaló: “La evaluación debe ser una herramienta continua en todo proceso educativo. Es la única forma de poder llegar a la excelencia académica y, en el caso de la universidad, de poder cumplir con las expectativas programáticas del actual Gobierno”. Dijo también que la evaluación era más que necesaria, por decirlo de alguna forma. “Hay que cambiar el paradigma unidisciplinario y enciclopedista por una orientación transdisciplinaria que responda a la demanda social, a las soluciones de los problemas de nuestro entorno y no a recetas foráneas, a la creación del propio conocimiento para que se constituya en un aprendizaje significativo”. A su vez, en este punto, el docente de la Escuela Politécnica Nacional afirmó: “Evidentemente era necesaria la evaluación y esto debe realizarse periódicamente. La universidad debe enterarse desde una fuente externa cómo va su desempeño. La autoevaluación es engañosa”.

Ante la interrogante de si está de acuerdo con la calificación obtenida por su instituto de educación superior, el catedrático de la EPN expresó: “La calificación A es muy bonita, pero es una evaluación a nivel ecuatoriano. La pregunta es: ¿dónde se ubica la A ecuatoriana en el rango mundial? Esta respuesta es la verdadera verdad. Ahora, yo cuestiono la calificación A para la EPN. Para mí no es solo contar el número  de PhD, de publicaciones, de proyectos de investigación, de tesis de grado y otros resultados académicos, sino también el ambiente de trabajo para el profesor, el estudiante y el funcionario. (…) Es muy molestoso que después de un año aún no haya un profesor reemplazante, y yo no soy el único caso”. Por su parte, al responder a la interrogante de si está de acuerdo con la evaluación a la Universidad de Guayaquil, el catedrático de ese instituto superior  respondió: “No, definitivamente”. Y luego explicó que si hubiera podido hacerle cambios al proceso de evaluación, daría importancia a “(…) las responsabilidades en función del desempeño de la cátedra, la investigación, la gestión y las tutorías formativas entregadas a los estudiantes. Ese conjunto constituye la carga horaria y no solo las horas dadas de clases”.

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