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El Telégrafo

Cambios estructurales para las universidades (1)

03 de diciembre de 2013

Como una de las superestructuras del Estado, a la Universidad ecuatoriana le corresponde el desempeño de un papel preponderante en la vida del país. Y es este importante rol, que tiene íntima relación con la formación superior de nuestra población, el que le entrega obligaciones de la mayor complejidad dentro del convivir nacional. Tales responsabilidades deberían ser cumplidas a cabalidad y con el mayor esmero, guardando la armonía imprescindible con el avance del desarrollo de la República, pues de lo contrario no solo es que la ausencia de tal cumplimiento significaría una rémora para aquello, sino que -además- le impediría al país avanzar a la par con las otras naciones de Latinoamérica.

Más aún dentro de un proceso de transformación revolucionaria que en el gobierno de Rafael Correa se le ha imprimido al país, pues la educación en sus diferentes niveles y sobre todo en el superior, cobra una importancia especial en un tiempo cuando el conocimiento avanza con ritmo acelerado y cuando las naciones más progresistas de esta parte del continente, que en la actualidad precisan del fortalecimiento de su unión, le exigen cambios sustanciales a la formación profesional.

En atención a lo que fue resuelto en la Asamblea de Montecristi y que forma parte del contenido de nuestra Constitución, el Ceaaces (Consejo de Evaluación, Acreditación y Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior), procedió a la calificación de 54 universidades del país. Para esto se tomaron como base los criterios de Academia, Eficiencia Académica, Investigación, Organización e Infraestructura. El primer criterio mide remuneraciones, tiempo de docentes y estudiantes y formación de posgrado, además de estabilidad (titularidad) y derechos de mujeres en docencia. La Eficiencia Académica evaluó la admisión a estudios de pregrado (de tercer nivel) y posgrado (de cuarto nivel) y las estrategias para el acompañamiento a estudiantes luego de culminar sus estudios. La Investigación comprende la planificación de investigación, producción científica, investigación regional y publicaciones. En cuanto a la Organización, toma en cuenta los aspectos de transparencia, gestión interna, seguimiento a graduados, rendición de cuentas y la aprobación de un régimen académico. Y finalmente, la Infraestructura tiene que ver con el acceso a biblioteca, tecnología y espacios docentes.

Las instituciones que obtuvieron una calificación superior o igual al 60% fueron ubicadas en la categoría A. Ellas son: la Escuela Superior Politécnica del Litoral, la Escuela Politécnica Nacional y la Universidad San Francisco de Quito. En la categoría B y C se encuentran universidades con una calificación de mínimo el 35% e inferior al 60%.

Las 8 universidades ubicadas en la categoría D se hallan en proceso de acreditación porque tienen una calificación inferior al 35%. Es preciso observar en este punto que las dos más importantes universidades fiscales del Ecuador, la Central de Quito (la más antigua del país, actualmente con cerca de 50.000 estudiantes) y la Universidad de Guayaquil (con aproximadamente 80.000 alumnos, 2.800 profesores y 31 carreras de pregrado), se encuentran en situación incómoda, pues la primera forma parte del grupo B y la de nuestra ciudad tiene calificación D. Entre las dos hacen un total aproximado de 130.000 estudiantes.

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