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El Telégrafo

Cambios en la política

20 de mayo de 2013

Es importante  comprender que como derivación de un “Cambio de Época” (propuesta de Rafael Correa para diferenciar este proceso con una “Época de Cambios”) se debe admitir que existe un  “Cambio de Políticas” y no únicamente una “Política de Cambios” e impulsar un análisis, no de carácter semántico, como juego de palabras, sino en la profundidad conceptual de lo que nos está sucediendo en el Ecuador, componente de la Patria Grande, sometida en los países progresistas a una “chilenización” prepinochetista, como sucede hoy en Venezuela y Bolivia.

La intención política de impulsar la justicia social, que va convirtiéndose en decisión de radicalizar el proceso de la Revolución Ciudadana, evidencia que los cambios que se están realizando afectan intereses que en la historia pasada reciente de la noche neoliberal, fueron grandemente favorecidos, tanto las facciones partidistas como los poderes de facto: financieros y mediáticos.

La primera y mayor consecuencia de la nueva política es la real desaparición de la “partidocracia”,  cuando todas esas estructuras solo de cúpulas maniobreras y bases desaparecidas, fueron enterradas por el soberano pueblo que las castigó negándoles el voto.

El mismo pueblo soberano otorgó a Alianza PAIS  una mayoría inobjetable en el Legislativo, nunca antes configurada en esa magnitud  y, como es natural, está ejerciendo el uso del poder y la obligación de tratar de responder a la confianza que le depositó el país para   enterrar también el hambre, el desempleo, la corrupción, la violencia y todas las lacras sociales que impedirían que un día no lejano impere el anhelado “Buen Vivir”.

Pero, claro, los castigados con la tremenda derrota, con el derecho al pataleo que no consta en ninguna legislación, pero que se ejerce como una humana reacción cuando la amargura golpea, no cesan de criticar y condenar todo lo que está pasando: que las tres mosqueteras son demasiado jóvenes, que van a trabajar en equipo con el Ejecutivo, que cómo es posible que tengan una grosera mayoría en el Consejo de Administración Legislativa, que acaparan todas las comisiones, que vienen con ínfulas de aprobar todas las leyes posibles, que no habrá más el espectáculo de las grescas de los diputados del siniestro pasado que los sepulcros blanqueados añoran.

Los minúsculos rezagos de la partidocracia están obligados a embarcarse en el carro del “cambio de la política” o la “política del cambio” para olvidarse de buscar la quinta pata
del gato.

La vaca se olvida de cuando fue ternera y de cómo los inventores de la “aplanadora”, que la construían
sobornando y comprando piezas,

hoy vierten lágrimas por la decisión del pueblo.

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