El cambio de la matriz productiva busca incorporar valor agregado de la sociedad, lo que es poco factible en países cuyas políticas se determinan por las exportaciones de productos primarios característicos por su escaso valor agregado, pero muy intensivos en recursos naturales.
La incorporación de valor agregado dentro de la economía facilita la expansión de los mercados internos, la recuperación del tejido social, el adelanto tecnológico y, si se regula la natural tendencia del capitalismo a la concentración de los medios de producción, es la base para una sociedad más democrática.
Dicho de otra manera, el cambio de matriz productiva no es un objetivo en sí mismo, sino un medio para lograr un fin superior: una sociedad moderna, inclusiva y abierta. En el paradigma del desarrollo endógeno, hacia adentro, las manufacturas pueden generar encadenamientos económicos y sociales que producen sociedades más cohesionadas y democráticas.
En el caso de Ecuador, el intento de la estrategia de sustitución de importaciones de los años setenta del siglo pasado falló porque no se ‘encadenó’ a la producción interna, prefirió importar insumos que debía pagar con divisas, lo que solo fue posible mientras duró la bonanza petrolera.
El cambio de matriz productiva no es un objetivo en sí mismo, sino un medio para lograr un fin superior: una sociedad moderna, inclusiva y abierta.Pero ese fracaso histórico nos debe enseñar cuáles fueron nuestros errores para no volverlos a cometer. Todo país que ha pasado del ‘subdesarrollo’ (concepto que tiene un dejo peyorativo) al ‘desarrollo’, es decir que ha logrado acortar o eliminar las ‘brechas’, se ha industrializado, o dicho de otra manera ha cambiado su matriz productiva.
Entonces, es necesario un proceso de transferencia de la riqueza natural en riqueza económica (verbigracia las facilidades industriales, plantas de energía, carreteras, sistemas de acopio y logística comercial) que promueva la producción de bienes con alto valor agregado. Esta modificación productiva requiere un conjunto amplio y coherente de políticas públicas supeditadas a ese objetivo: tributarias, laborales, ambientales, monetarias, financieras y también comerciales.
Esto también tiene que ver, de manera directa, con la revolución del conocimiento para lograr una verdadera transformación. No podemos solo quedarnos en lo productivo. Debemos enfatizar en el ser humano, en su creatividad y generación de pensamiento.
En este contexto, las políticas sobre propiedad intelectual son cruciales. Las normas ADPIC plus (Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio) que se pretenden consolidar en los tratados de libre comercio de reciente generación condenan a nuestros países a depender para siempre del conocimiento generado en el centro del mundo capitalista.
El cambio de la matriz productiva requiere una estrategia clara y una sincronización con todos los actores productivos y sociales, para justamente convertirnos en mejores seres humanos, con una mejor calidad de vida dentro del Buen Vivir.