La gran tarea para vencer el subdesarrollo y lograr el Buen Vivir, como se propuso desde hace 8 años Alianza PAIS y su gobierno, implica romper con el pasado de explotación y sometimiento, de dependencia extrema y pérdida de soberanía, estructuras de propiedad altamente concentradas y explotación laboral que devienen en mayor enriquecimiento de pocos, pobreza, miseria, depredación y atraso.
Se decidió liquidar la relación con el Fondo Monetario Internacional y abusos del Banco Mundial, en una línea de recuperación de autonomía, si alguna vez hubo, en el manejo de la política económica del país; manejo soberano del petróleo, liquidación de los abusos de las transnacionales, como la Texaco, hoy Chevron, que saquearon por doquier; manejo soberano de la deuda y del pago de su “servicio”, diseño del presupuesto del Estado con sentido social, productivo y redistributivo, al margen de los intereses de los chulqueros, el derroche, lo superfluo.
La política internacional se orientó a la defensa de la soberanía, la reconstrucción de la integración con visión bolivariana, contribuir al comercio de beneficio mutuo y solidaridad, contra los abusos imperiales y por un mundo de paz.
La gran obra pública para aprovechar nuestros recursos, fortalecer la infraestructura energética, vial y petrolera, amén de la educativa y de salud, son base para proyectar el cambio del viejo modelo primario exportador y crear condiciones para tener una estructura productiva que proyecte el desarrollo industrial y masifique el conocimiento, así como asimile y desarrolle tecnologías avanzadas para fortalecer la producción, crear empleo, elevar la productividad y contribuir a mejorar las condiciones de vida. Los resultados son indiscutibles.
El viaje del Presidente a Rusia y Bielorrusia se inscribe en este contexto, con esta visión. Fomentar las relaciones internacionales, buscando fuentes alternativas de financiamiento, comercio y de apoyo para el cambio de la matriz productiva, eje fundamental del desarrollo; que debe complementarse con la revolución agraria y la urbana, así como con el apoyo integral a la organización del pueblo, base de construcción del poder popular. En estos aspectos hay déficit y deuda política, que debe ser pagada.
Las fuerzas del cambio debe afianzar el apoyo popular en las próximas elecciones, para consolidar una nueva etapa de gestión de los gobiernos territoriales, en coordinación y armonía con el Gobierno y poderes centrales. Es una gran tarea. Permitirá derrotar lo que queda de caciquismo, gamonalismo y partidocracia, que persisten con sus compinches de la banca, poder mediático y, por supuesto, el imperio, en su viejo modelo de exclusión y confrontación, en el mejor de los casos, de asistencialismo; persisten en desestabilizar al Gobierno y truncar el proceso de cambios.
Afianzar la integración latinoamericana es fundamental en estos momentos de decadencia imperial, de espionajes a mansalva -hasta a los socios de EE.UU. y al Papa-, agresión y bloqueos a los pueblos; ella ayuda a la gran tarea del cambio para derrotar el subdesarrollo y lograr el Buen Vivir.