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El Telégrafo
Gustavo Pérez Ramírez

Cambio cultural inducido

09 de noviembre de 2014

Por largo tiempo la cultura estuvo reducida a folclore, artesanías, música y  danzas tradicionales, y la política cultural dedicada principalmente a proteger  y promover este patrimonio.

Sin embargo, gracias a estudiosos de la antropología cultural y ciencias sociales que la Unesco fue convocando a través de los años, se ha ido llegando a un concepto más adecuado. En México en 1982, en la Conferencia Mundial sobre las Políticas Culturales, se acordó una definición inclusiva, que considera la cultura como el conjunto de los rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o un grupo social. Y se  enumera una larga lista de lo que engloba. Definición hoy cuestionada por cartesiana, siendo la cultura una forma de estar en la naturaleza en identidad y diferencia. Se siguen proponiendo nuevas definiciones. Para unos, cultura es la capacidad de leer la realidad e interpretarla y pasar de lo que es a lo que se debe ser. Bauman, uno de los reconocidos intelectuales de hoy, en su libro ‘La Cultura como Praxis’, clasifica los significados de la cultura y distingue entre la cultura como concepto, la cultura como estructura y la cultura como praxis. Temas que merecen profundizarse.

Si bien la definición de cultura es esencial, más nos apremia aquí su transformación.  Porque la cultura es dinámica, y con el correr de los años van surgiendo contravalores que corrompen la identidad cultural propia,  que es necesario corregir mediante la educación.

Para identificar ejemplos de cambio ineludibles en  el Ecuador, para poder lograr una sociedad del Buen Vivir o Sumak Kawsay, que propone la Constitución de Montecristi, recurro al académico Franklin Barrera López, quien ha publicado un pormenorizado volumen de 591 páginas titulado ‘Identidad Ecuatoriana’, donde hace un examen del tema desde sus raíces y demuestra cómo se fueron formando las diversas culturas hasta constituir un estado pluricultural.

El autor examina lo que denomina “Factores Adversos”, que de manera negativa influyen en el buen vivir de los ecuatorianos, y  propone un “cambio de comportamientos afectados a un atavismo contraproducente”. Entre los factores que analiza está  la corrupción, la envidia, el racismo, el regionalismo, la viveza criolla,  la maximización de lo pequeño, la impuntualidad de la hora ecuatoriana, la indisciplina, el dejar todo para última hora, la fiesta eterna, el amiguismo, compadrazgo, cacicazgo,  desbalances sociales y económicos, la atadura al pasado.  

Quienes abogan por un cambio cultural, califican estos factores adversos de “obstáculos epistemológicos” que inhiben la adaptación creativa e innovadora de la cultura, en lo individual y en lo colectivo, a los nuevos aportes científicos, tecnológicos e ideológicos de la sociedad, interfiriendo  en el desarrollo integral, y a que se forme una cultura participativa, que nos haga  auténticamente democráticos,  justos y equitativos.    

Seguiremos ocupándonos de este tema, mientras no veamos que se le asigne al cambio de la matriz cultural la atención prioritaria, constante y radical que requiere.

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