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El Telégrafo
Orlando Pérez, Director de El Telégrafo

¿Cambiará la sintaxis del socialismo cubano?

04 de enero de 2015

En la película Memorias del subdesarrollo (1968), de Tomás Gutiérrez Alea, el personaje Sergio utiliza un catalejo para ver a la Cuba de inicios de la Revolución. Esa imagen ha dado mucha ‘piola’ para pensar en todo su significado y en la sintaxis misma de lo que deseaba y podía ser el proceso político, único y potente, iniciado el 1 de enero de 1959.

Hoy también podría usarse un catalejo para tratar de avizorar lo que podría ocurrir en la isla si termina el embargo, que ha sido, aparte de criminal, una de las mayores causas para entender a la misma revolución en sus contradicciones, límites, horizontes y complejidades. Obviamente que el pronóstico es imposible, pero podríamos imaginar su desarrollo a partir de dos certezas: en lo interno la Revolución Cubana atraviesa, desde la caída del Muro, un intenso debate de los contenidos de la misma, y desde afuera el exilio de izquierda y el pensamiento nacionalista cubano han ofrecido un conjunto de ideas y propuestas para cuando el bloqueo caiga.

La continuidad del proceso revolucionario, como es el propósito de muchos cubanos de dentro y fuera, podría resumirse en una pregunta contradictoria pero factible para imaginar todas las respuestas posibles: ¿A la Revolución Cubana le hace falta una/otra revolución cubana para el siglo XXI?

Si por revolución se entiende el trastocar el régimen vigente y proponer salidas a situaciones estancadas o bloqueadas por diversas causas, pues la respuesta obvia sería sí; pero también habría que pensar si esa revolución (hecha por los cubanos, sin intervencionismo alguno) gesta un socialismo que ya no es el que se quiso construir, desde distintas bases epistemológicas, durante el último tramo del siglo XX.

¿Entonces, de qué socialismo hablamos para Cuba si se acaba el embargo, como es el deseo de Barack Obama? ¿Es el del estatismo vigente, el del partido único, el de una economía abierta o una mezcla de todo en una construcción política liderada por Raúl Castro? ¿O será un socialismo para revolucionar las subjetividades creadas durante más de 50 años, pero sobre todo desde 1989, cuando las condiciones materiales hicieron del sacrificio, el éxodo y la rigidez ideológica el modo de vida?

Por los debates, intensos y permanentes, de la intelectualidad cubana, de dentro y fuera, ahora como nunca antes se abre un campo enorme de reflexión para responder a todas esas preguntas y otras más. La primera señal de que había una necesidad de cambio, con sus límites y dificultades, ya fue el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, celebrado en abril de 2011. Al interior significó un voluminoso debate sobre los cambios propuestos en el modelo económico y en ciertas líneas orgánicas de su vida partidaria. A los de afuera no convenció, pero dejó abierta una luz de esperanza para lo que algunos exiliados de izquierda habían demandado desde los años noventa.

En realidad, la esperanza es que si llega el fin del embargo se fortalezca la construcción de un socialismo para el bienestar de los cubanos tras 55 años de enormes y duros sacrificios.

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