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El Telégrafo

Calor abrasador

20 de noviembre de 2013

Con el calentamiento global, se eleva la temperatura promedio del planeta. Y lo peor es que la Tierra se queda sin agua, para apagar este calor abrasador.

En un plazo cada vez más próximo, el cambio climático –y sus representaciones más evidentes: aumento en el nivel de los mares, licuefacción de los conos polares y otras nieves, huracanes, inundaciones y sequías– puede modificar los equilibrios químicos, físicos y biológicos del planeta.

En el capitalismo, la producción y el consumo desenfrenados originan residuos materiales que solo pueden ser depositados en la biosfera, y esta tiene una capacidad limitada –que ya ha sido superada– para asimilar y regenerar esos residuos (gases de efecto invernadero, desechos tóxicos, basura industrial producida en el Norte y en el Sur). Es así como en la civilización sustentada en el capitalismo se acumulan activos que se consideran ‘riqueza’ a costa de la destrucción de la naturaleza y del hambre de los seres humanos.

Los científicos se han puesto de acuerdo en que un aumento de más de dos grados centígrados a la temperatura promedio planetaria –por la excesiva quema de combustibles fósiles y la consiguiente emisión de dióxido de carbono (CO2), el gas que más contribuye al calentamiento global– sería catastrófico para todos.

Muchos aspectos negativos
del cambio climático perdurarán por muchos cientos de años, incluso si las emisiones de CO2 se detienen ahora.
Si ponemos en tiempos geológicos, nos estamos calentando en forma rápida en el planeta. Según un último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas, la temperatura promedio de la superficie del planeta subió desde finales del siglo XIX, y en la década de los 2000 alcanzó los más altos niveles.

El informe, que utiliza cuatro escenarios de concentraciones atmosféricas de gases de efecto invernadero, advierte que con probabilidad el cambio de la temperatura promedio del planeta al final del siglo XXI excederá 1,5 grados centígrados, en relación al período 1850-1900, en tres escenarios. A su vez, con probabilidad la temperatura excederá los 2 grados centígrados en dos escenarios. Muchos aspectos negativos del cambio climático perdurarán por muchos cientos de años, incluso si las emisiones de CO2 se detienen ahora.

La actual dinámica del capitalismo financiero no permite una transición a una economía baja en carbono; al contrario, es muy probable que se intensifique el uso del petróleo y gas. De otro lado, la coordinación internacional es prácticamente inexistente. Ni siquiera en el sistema de Naciones Unidas existen prioridades y menos coordinación. Además, habría que evaluar la receptibilidad de los Estados para comprobar que, en general, no se pasa de la retórica para enfrentar el cambio climático.

Un hecho grave, puesto que tendremos que afrontar enormes costos económicos por el cambio de clima (sequías, inundaciones, prevención ante riesgos, etc.). Es poco probable que de Estados nacionales que precautelan relaciones sociales capitalistas puedan emerger iniciativas que signifiquen cambios reales en pro de la sustentabilidad ambiental. Solo recordemos el fracaso de Kioto.

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