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El Telégrafo

“Brechas” de conocimiento

09 de octubre de 2013

Entre los países ricos y los países empobrecidos, las brechas de conocimiento –de su producción, uso, apropiación y difusión- son enormes.

La modalidad de inserción en la división internacional del trabajo de América Latina y el Caribe (ALC), como proveedora de materias primas y alimentos, constituye un obstáculo para reducir esas distancias. Esta inserción no estimula la diversificación productiva con mayor contenido tecnológico. De otro lado, en ALC las rentas o ganancias generadas por las actividades extractivas no se trasladan hacia los sectores ligados al conocimiento. Como lo reconoce la CEPAL, la inversión extranjera tampoco provoca un aporte relevante a la creación de nuevos sectores o actividades de alto contenido tecnológico (“La inversión extranjera directa en América Latina y el Caribe 2012”).

En ALC, la ciencia y la tecnología presentan considerables rezagos. La participación en el gasto mundial en investigación y desarrollo (I+D) es muy baja: apenas 3,1% según la Unesco. Este indicador se evidencia en la escasa publicación de artículos científicos y técnicos, en la poca generación de patentes y en el reducido número de investigadores.

Otro punto fundamental es el cambio de las reglas internacionales que limitan la apropiación del conocimiento por parte de los países del SurAlemania cuenta con 3.979 científicos por cada millón de habitantes dedicados a investigación y desarrollo; China tiene 863, Corea del Sur 5.481, España 2.922, Japón 5.180, Noruega 5.434 y Rusia 3.092, de acuerdo a los últimos datos del World Development Indicators. Por su parte, Argentina tiene 1.091 investigadores (por cada millón de habitantes), Brasil 704, Chile 351, Colombia 161 y Ecuador 106.

Ninguna universidad latinoamericana aparece entre las 100 mejores del mundo, según el último ranking Shanghái. Los criterios de estas clasificaciones son arbitrarios (cantidad de premios Nobel, artículos académicos publicados, etc.), pero de una u otra manera reflejan la situación universitaria. Ninguna universidad ecuatoriana, pública o privada, consta en este ranking entre las 500 primeras universidades del planeta.

¿Cómo enfrentar estas realidades? Por una parte, se puede incidir en forma eficiente inyectando más recursos (públicos y privados) a la I+D ligada a solventar necesidades fundamentales (por ejemplo, salud pública y cambio en la matriz productiva). Esto es verdad, pero no es suficiente. Por esto la importancia de incrustar la política de conocimiento en la lógica social, en el ciclo económico-tecnológico, en el lugar ocupado en la división internacional del trabajo y sobre todo, en la visión de futuro que se busca para el país.

Otro punto fundamental es el cambio de las reglas internacionales que limitan la apropiación del conocimiento por parte de los países del Sur (en especial las patentes de medicamentos), tales como los Acuerdos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC) regidos por la Organización Mundial del Comercio, y los tratados de “libre” comercio que tienen disposiciones restrictivas sobre propiedad intelectual.

Por último, es necesario replantear la propia idea de “brechas”. En efecto, adolecemos de brechas tecnológicas y productivas que debemos reducir, pero también tenemos conocimientos ancestrales que merecen ser apreciados y que son en el fondo, expresiones de un Estado plurinacional.

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