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El Telégrafo

Bolívar, el hombre de América

06 de agosto de 2013

Con el pasar del tiempo, se hicieron incontables las múltiples batallas que comandó Simón Bolívar, el venezolano cuyo empeño durante su vida adulta fue siempre la unión de las naciones de América del Sur, en una confederación política y militar libre del dominio de la corona española y soberana en sus decisiones ante el mundo. Para lograrlo, desde los 20 años debió integrarse al movimiento revolucionario que envolvía a las antiguas colonias de España en la parte sur del continente, en busca de la independencia de sus pueblos. Y en este afán integracionista, que marcó el resto de su existencia hasta su muerte a los 47 años, dejó huellas eternas abriendo caminos en donde no existían, para atravesar los Andes y enfrentar a las tropas realistas en busca de la victoria.  Hay que destacar que todo esto sucedió en un tiempo cuando no existía ningún tipo de facilidades que ayudaran a los ejércitos a hacer menos duros los desplazamientos durante semanas o meses, cabalgando a caballo por cientos de kilómetros.

1808 fue un año crucial para España, que debió enfrentar las ambiciones de Napoleón Bonaparte. El 5 de mayo, Carlos IV y su hijo Fernando fueron obligados a ceder el trono de España a Napoleón, decidido a designar a su hermano José como nuevo rey de la nación ibérica. Mientras tanto, acá en América Latina, el Congreso de Cúcuta tuvo como resultado el nacimiento oficial de la República de Colombia, más conocida como la Gran Colombia, mediante la promulgación de la Ley Fundamental de Colombia y cuya extensión comprendía en ese momento los territorios de Nueva Granada y Venezuela, divididos políticamente en tres departamentos, Bogotá, Caracas y Quito. Más adelante se sumaron los territorios de Bolivia y Panamá, conformándose entonces la Gran Colombia, por lo que actualmente son 5 naciones.

Bolívar utilizaba los fundamentos de la planificación y estrategia. Además, demostró tener conocimiento de los clásicos en el arte de la guerraPor aquel tiempo, en Sudamérica, las cosas no iban nada bien para España. A las batallas iniciales desarrolladas en Venezuela, comandadas por Bolívar (la llamada Campaña Admirable, que lo llevó por los Andes venezolanos, desde Cúcuta hasta Mérida, donde por primera vez se le concedió el título de Libertador por decisión de su cabildo, así como el triunfo de Bolívar en Los Taguanes, en La Victoria y en Mosqueteros), le siguió su entrada triunfal en Caracas, donde se dedicó a organizar el Estado. Llegó entonces el año 1818, con sorpresas desagradables para las fuerzas realistas, que debían soportar sucesivos triunfos de los patriotas, quienes avanzaban indetenibles. Bolívar desde Venezuela y Francisco de Paula Santander desde Nueva Granada coordinaban acciones militares conjuntas, lo que aseguraba importantes triunfos, como el duro enfrentamiento de los dos ejércitos en la Batalla de Boyacá, el 7 de agosto de 1819, que significó una reconocida victoria para Bolívar y su ejército.

Luego llegaron los triunfos de la Batalla de Carabobo (24 de junio de 1821) con lo que se liberó a Venezuela. De igual modo, con la victoria de Antonio José de Sucre en la Batalla del Pichincha (24 de mayo de 1822) fue independizado el norte de Sudamérica. El 6 de agosto de 1824, Bolívar y Sucre vencieron al ejército español en la Batalla de Junín, lo que inspiró al poeta guayaquileño José Joaquín de Olmedo, a escribir el bellísimo poema épico Canto a Bolívar. Y por último, el 9 de diciembre de 1824, en la Batalla de Ayacucho, Sucre acabó con el último bastión español, poniendo fin de esta manera al coloniaje en Sudamérica. Se sabe que Bolívar no acudió a ningún instituto militar a hacer estudios académicos sobre las ciencias y el arte de la guerra. ¿Cómo entonces obtuvo y demostró avanzados conocimientos de estrategia militar, además de la terminología que él usaba? Es de pleno conocimiento que Bolívar utilizaba los fundamentos de la planificación y estrategia. Además, demostró tener conocimiento de los clásicos en el arte de la guerra, aplicando tácticas como la del orden oblicuo del rey Federico II de Prusia, formaciones romanas descritas por Tito Livio. Además, hacía análisis del terreno y del adversario.

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