Al inicio de un nuevo año, todo es ilusión, deseos y buenos augurios. Todos anhelamos y prometemos. Todos, crédulos e incrédulos, tenemos el convencimiento de que será un año mejor que el anterior y que todo aquello que no pudimos concretarlo antes, seguro lo haremos ahora. No importa que con la primera brisa, la esperanza se convierta en cruel realidad.
Aunque, a juzgar por las redes sociales (y sobre todo por mi muro en facebook) para todos en el 2014 fue un año ‘fabuloso’ o ‘excelente’. Hay una sola excepción (en mi muro) para quien fue un año de ‘mierda’. En verdad para la mayoría de los ecuatorianos fue un buen año.
La economía y la política estabilizadas generan, sin duda, un clima laboral sin incertidumbres. Cada vez son más los ecuatorianos que salen de la pobreza, se consolida una clase media con mayores opciones de empleo y nuevos emprendedores se atreven, al fin, a iniciarse en negocios propios.
Esto se refleja también en la valoración que los ecuatorianos, al final del año, hacemos de la gestión del gobierno y del presidente Correa. Una aprobación que supera el 70%. Algo inédito en la historia del país y más aún, cuando por octavo año consecutivo es el personaje del año. El Presidente aprueba en economía, política, en lo social, en educación, en vivienda, en salud y obras públicas. Pero, según Cedatos, reprueba en cultura y en deportes, en donde obtiene ‘apenas’ el 30%. Lo mismo sucede con la percepción que se tiene de la democracia y la libertad de expresión.
En este sentido, el presidente Correa ha logrado superar esos obstáculos del desgaste y el ejercicio del poder. Y es, en efecto, un presidente vigente, con una presencia imponente en la vida nacional, marca el camino y la agenda no solo mediática sino cotidiana. Sin embargo, esto genera una sombra tan grande que oculta al resto del gobierno. A la mayoría de los ministros la población no los conoce (apenas pueden mencionar el nombre de 12 de 43) y en aprobación a la gestión es enorme la distancia entre el presidente Correa y su vicepresidente o ministros. De ahí la dificultad para el 2017 a la hora de elegir al candidato para suceder al presidente Correa. Como van las cosas, la enmienda constitucional para la reelección será imprescindible. Hay que decir también que, al final del año, en la oposición no hay nadie que se perfile con posibilidades de éxito.
El 2015, según el calendario chino (lunar), es el año de la cabra (o la oveja). Es decir pasamos de un año brioso (el del caballo) al pausado y pasivo de la cabra que, en general, se lo toma todo con calma. Pero además es el símbolo de la paz, la convivencia armónica y la tranquilidad. Y también es el símbolo de las artes. Ojalá esto sea un buen indicio para el sector de la cultura.
Al margen de cábalas, calendarios, predicciones y horóscopos, lo que finalmente importará será la planificación, el trabajo y la disciplina lo que nos permitirá forjar un año a la medida de nuestros deseos y necesidades.
En cualquier caso, que el 2015 sea un gran año para todos los ecuatorianos.