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El Telégrafo

Bachelet y sus retos

23 de noviembre de 2013

Michelle Bachelet obtuvo una holgada ventaja en la primera vuelta de las elecciones chilenas. Superó con 21 puntos a su competidora, la derechista Matthei, pero debido a la ley eleccionaria en ese país deberá enfrentarse con ella el 15 de diciembre. Aunque nada está dicho, es previsible su triunfo, que el 17 de noviembre fue también el de su coalición, lo que permitió que accedieran a las dignidades parlamentarias figuras jóvenes de posición radical, que forman parte del grupo mayoritario que obtuvo junto a ella la victoria.

Ese triunfo parcial coloca a Bachelet en una posición expectante. Deberá buscar el apoyo de los sectores que perdieron la fe en la Concertación cuando fue gobierno, ejercido por democratacristianos o socialistas. Según ellos, el desempeño de la expresidenta no supuso un cambio en instituciones ni leyes que, bajo el marco de la Constitución pinochetista, mantuvieron las concepciones del neoliberalismo más puro, expresadas en lo social en la continuidad de la privatización educativa, el olvido de los reclamos de grupos originarios -los mapuches- y la entrega económica a las transnacionales, aliadas de la oligarquía chilena cada vez más poderosa.

Piñera fue muy hábil para lograr el triunfo canalizando el descontento y la frustración popular. Sin embargo, su presidencia -que deja con un 30% de aprobación- profundizó en el modelo, cuyas consecuencias afectaron a sectores sociales cada vez más amplios, que demostraron a través de paros y manifestaciones su voluntad de lucha. En lo internacional hizo equilibrios entre Unasur y la Alianza del Pacífico, respuesta imperial a los procesos de integración democrática del subcontinente.

Bachelet tiene ahora la oportunidad de poner en práctica, en medio de las limitaciones de las leyes vigentes, sus orígenes revolucionarios, pues Chile requiere un golpe de timón y un cambio de rumbo radicales. Ojalá encuentre la vía para que, con el apoyo popular, a través de un plebiscito o en la forma que sea posible, se reforme la Carta Magna y con ello se ponga fin a un tipo de sociedad represiva e injusta, con diferencias abismales entre los potentados y los desposeídos. Debe recuperar el cobre para la nación y, en lo internacional, profundizar las relaciones con sus vecinos progresistas y las entidades creadas para asegurar el futuro soberano de la región.

Arduo y difícil el camino por recorrer. Pero es una deuda con el pueblo chileno y sus mártires, uno de ellos el general Bachelet.

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