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El Telégrafo

Autoestima turística

07 de octubre de 2012

Callejeaba hace un tiempo en Floreanópolis, isla capital de Santa Catarina, uno de los Estados más bellos y prósperos de Brasil, cuando reconocí de inmediato a una pareja de otavaleños que vendían delicadas bufandas multicolores, me acerqué y conversé con ellos; su hija estudiaba  en la isla y me comentaron que en temporada alta siempre veían ecuatorianos.

En el Cairo-Egipto, mirando una demostración de elaboración de papiro, pregunté al artesano que si por su taller “alguna vez” vinieron ecuatorianos, me contestó que le era muy común verlos. En un bar temático en Santa Mónica – California hice la misma pregunta y recibí la misma respuesta. Donde voy, no importa cuán lejos o recóndito el sitio, los ecuatorianos son clientes habituales.

Incluso el Departamento de Estado de Norteamérica, en sus estadísticas, tiene claramente identificado el porcentaje de ecuatorianos que ingresan a este país y a qué se dedican. De los 15 billones de dólares que aporta el turismo a EE.UU. el 20% de sus ingresos proviene de Sudamérica, con Brasil a la cabeza, seguido de Venezuela, Colombia, Argentina y Ecuador en quinto puesto, muy por encima de Perú y Chile, sin embargo ningún país viene a Ecuador a hacer campañas turísticas para que los ecuatorianos viajemos, pero sí lo hacen con Chile, incluso con Uruguay, que tiene apenas 3 millones de habitantes.

En Ecuador, al hablar de turismo, siempre pensamos y actuamos en “receptivo” -en servir- no valoramos el turismo “emisivo” de nuestro país -en ser servido-, por lo tanto, el Estado no valora nuestra capacidad de viaje y no aplicamos ninguna medida de “reciprocidad”.

Sin embargo de ser buenos y frecuentes viajeros, los ecuatorianos tenemos que solicitar visa hasta para ir al baño; en contraparte, los uruguayos no necesitan visa ni para Europa, EE.UU. o Costa Rica. Hace unos días, México firmó un acuerdo de fomento del turismo en el cual ya no les requieren visa a chilenos, peruanos y colombianos, nosotros al medio y no nos toman en cuenta.

En materia periodística, comunicadores de Brasil o Argentina son invitados a todas las ferias del mundo, para Ecuador las invitaciones no existen. Exportemos  una mejor imagen del ecuatoriano, como viajero, comerciante, empresario, ya no proyectemos la imagen lastimera de pobrecitos migrantes que buscamos trabajos que nadie más lo hacen. Cuantifiquemos el dinero que inyectamos en las economías de otros países. Debemos pedir a los otavaleños clases de ecuatorianidad y autoestima en el extranjero. Ellos, desde siempre, viajan por el mundo con la frente en alto y su identidad intacta.

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