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El Telégrafo
Nancy Bravo de Ramsey

Atentado mortal israelí contra ministro palestino

16 de diciembre de 2014

Las invasiones ilegales cometidas por Israel en territorio palestino continúan sin descanso, descaradamente, bajo la complicidad de Estados Unidos y de la misma Organización de las Naciones Unidas, que ha hecho su costumbre el hacerse de la vista gorda ante los frecuentes desmanes de la Policía y el Ejército de Israel, que sin descanso y sin reparos, cada vez con mayor intensidad, pone en práctica su política expansionista,  haciendo de Palestina su más próxima víctima.

Esta vez, el pasado miércoles 10 de diciembre, alrededor de 200 palestinos se reunieron en Turmus Aylla, cerca de la ciudad de Ramallah, a fin de protestar contra la confiscación de sus tierras que los israelitas se las habían tomado para la ampliación de un asentamiento judío. El propósito del grupo de manifestantes era avanzar luego hasta los suelos invadidos recientemente por los judíos y proceder a la plantación de olivos en aquel espacio que les había sido arrebatado. Ziad Abu Ein -hacía tan solo un mes que fue nombrado ministro palestino para Asuntos de las Colonias y el Muro- marchaba a la cabeza de quienes protestaban por este nuevo atentado a la integridad del suelo del Estado palestino. Había empezado entonces el trágico final del alto funcionario.

Le salió al paso del grupo de manifestantes un grueso número de miembros de las fuerzas de seguridad de Israel, habiendo sido captadas aquellas escenas de crudeza excepcional, tanto por las cámaras de televisión como por las tomas fotográficas para uso de la prensa escrita. Todas fueron publicadas en los noticieros del mismo día de los trágicos acontecimientos, reaccionando de inmediato no solo los representantes palestinos, sino también las autoridades de diversos Estados de la comunidad internacional. Al intentar detener con argumentos a los militares israelitas que portando impresionantes armas estaban decididos a disolver la manifestación, el ministro palestino Ziad Abu Ein fue objeto de una violenta agresión.

Esto lo confirma el resultado de las dos autopsias a las que fueron sometidos sus restos. En la segunda de ellas estuvieron presentes médicos palestinos, jordanos e israelíes, llegando a la conclusión de que el desarmado ministro sufrió estrangulamiento durante la confrontación con los miembros del Ejército de Israel, además de agresiones en el pecho, lesiones por haber inhalado gas lacrimógeno, fuertes golpes en la cara que le desplazaron todos sus dientes hacia la garganta y, así mismo, el cuerpo presentaba moretones y heridas internas. ¿Es esto o no un asesinato a sangre fría, realizado por todo un grupo con saña y alevosía, contra un hombre desarmado al igual que sus compañeros y que ya venía sufriendo del corazón?

¿Qué espera la ONU para sancionar a Israel por todos sus abusos y delitos cometidos en contra del pueblo palestino? ¿Hasta cuándo el derecho al veto de que goza Estados Unidos detiene las sanciones al Estado judío, contraviniendo la decisión del resto de los Estados miembros que abogan por imponer justicia en el caso de Palestina? La política expansionista de Israel ha reducido a su mínima expresión a la Franja de Gaza, cada día invadida pedazo por pedazo por los judíos y sembrada por muros que la han convertido en un laberinto en donde se impone la fuerza de las armas, el maltrato y el irrespeto al pueblo palestino. Si la ONU no sirve para imponer justicia en el mundo, pues entonces que desaparezca para bien de la humanidad y que sea reemplazada por un organismo idóneo, frontal e independiente.

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