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El Telégrafo

Asilo

25 de junio de 2012

El asilo no es una dádiva, ni una concesión: es, quizás, el derecho humano más antiguo en la historia de las civilizaciones. Esa historia recoge casos de la Edad Media en que ya se aplicaba el derecho al asilo como una protección inclusive para los delincuentes comunes.

Al remontar la historia se ubica en la vieja Europa donde aparecen los primeros asilos. Si se admite que es un derecho humano, el asilo no puede ser discutido y tiene que concederse a las buenas o a las malas, cuando quien pide asilo está en riesgo de sufrir una pena de cárcel y peor de muerte.

Hay la posibilidad de que un Estado tenga pretextos como justificación para negar el derecho a un ser humano que demande esa protección, pues entonces ese Estado será corresponsable, cómplice y encubridor de los sufrimientos que pueda padecer la víctima de esa negativa.

El caso más sonado en América fue el intento dictatorial peruano de desconocer el derecho al asilo que demandaba Haya de la Torre obligado a permanecer 5 años en la embajada de Colombia.

Hay decenas de casos históricos de personas a quienes se les quiso negar el derecho al asilo, con independencia del tipo de delito imputado, porque siempre termina siendo el asilo un tema del tipo político. Por eso el asilo es un derecho humanitario, se trate de delito común o delito político, va en defensa de la vida humana.

A ningún perseguido se le ocurre pedir asilo a un país que no sea capaz de defender ese derecho humano. Si a Assange, personaje  denunciante del espionaje gringo de intromisión, se ve forzado a buscar un país donde pueda salvar su vida y escoge a este pequeñito Ecuador es porque tiene conciencia de que somos un estado soberano.

Basta el recuerdo de la expulsión de la embajadora enredada en uno de los WikiLeaks; la reacción por el bombardeo de Angostura; la terminación de la base de Manta; la apertura de relaciones con Irán; reemplazar los créditos provenientes de China con los que por años éramos obligados a recibir del Fondo Monetario y del Banco Mundial para medir el grado de soberanía del miembro del ALBA.

El australiano presume que tiene sentencia de muerte y debe recordar  que no se respetó el “debido proceso” sino que las fuerzas imperiales aplicaron la pena de muerte sin contemplaciones como en los casos de Allende, Che Guevara, Bin Laden, etc., etc.

Ha hecho uso de un derecho humano al solicitar asilo en un país que se enorgullece de ser soberano. Que le otorguemos o no ese derecho no es tema que deba preocuparle al demandante sino al país demandado.

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