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El Telégrafo

Asambleístas, o los fantasmas legislativos

29 de marzo de 2013

Tiene el toque de Midas. Y ese es el problema. Lejos de ser esta la Revolución Ciudadana, nos hemos estancado en la Revolución de Rafael Correa. Toda oportunidad electoral la convierte en oro y arrastra con él a una masa de asambleístas cuya gestión ha sido, en el mejor de los casos, deficiente. Alianza PAIS parece una organización desarticulada donde no termina de cuajar la necesidad de una estrategia que despersonalice al movimiento; que pueda sostenerse sin la presencia del presidente Correa.

Los asambleístas podrán estar ilusionados con la perspectiva que genera una mayoría legislativa abrumadora, pero no deberán engañarse: pocos votaron por ellos. No en el voto escrutado, ni en la papeleta marcada, sino en la motivación que generó su voto. Los nombres que ocuparán las curules de la Asamblea tienen todos la cara del presidente Correa. No podría explicarse de otro modo cómo una gestión tan pobre por parte de los asambleístas haya decantado en un fortalecimiento de sus filas.

El papel más activo dentro de la función legislativa la terminó ejerciendo el Ejecutivo. Su deber constitucional de colegislador lo cumplió a cabalidad, ejerciendo una participación dinámica que estremeció a la oposición, que no se cansó de tacharla como una intromisión en el poder legislativo y el resto de la cantaleta conspirativa y quejumbrosa. Pero esta actitud, además de cualquier otro análisis que se quiere hacer sobre el presidencialismo ecuatoriano o el autoritarismo correísta, responde precisamente a la pasividad con la que se movía la Asamblea, desde el papel contestatario de la oposición, hasta el rol propositivo de la bancada de Alianza PAIS.

En el período anterior se llenaron de excusas para justificar la dilación en los procesos legislativos: la oposición bloquea, la oposición interrumpe, la oposición retrasa, la oposición frena. Ya no tendrán esa justificación. La mayoría absoluta les obliga a ejercer su labor, sí, con honestidad, altura y diligencia; valores que recién podremos reclamar o exaltar una vez que, por lo menos, ejerzan la labor.

La responsabilidad es doble. Lo que significa que también deberá ser una oportunidad para volvernos más críticos, más fiscalizadores del poder; y a la vez más propositivos. Que el debate sea acompañado de propuestas y que no se quede en la retórica vacía de los alzamanos.

Cuatro años más para justificar el sueldo. Cuatro años más donde deben entender, primero los asambleístas antes que el electorado, que el RC de la propaganda no es por Rafael Correa, es por Revolución Ciudadana.

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