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El Telégrafo

Arte, cultura y salud

05 de mayo de 2013

Una de las necesidades humanas entendidas como un derecho es aquella de la creación artística. Y no solo la posibilidad de la creación literaria, musical, pictórica, escultórica y de otras, que son la suma de artes, como el cine, sino también de la capacidad de su interpretación. Se lee con placer la producción literaria de alguien que fue capaz de crearla, como se interpreta la música o el canto que otro  hizo, o se admira con beneplácito un cuadro pintado por un artista, o la obra cinematográfica. El arte de la creación y la interpretación mejoran la calidad de vida o buen vivir.

El artista debe tener toda la libertad para ejercer su vocación creativa, pero también debe disponer de las condiciones para ello. Pero la cultura no es, como a veces se cree, solamente la manifestación de la producción artística. Esta es una expresión muy especial de aquella, pues la cultura se entiende como los usos, costumbres, conocimientos, creencias y creaciones de los grupos humanos que comparten un territorio, un origen, una lengua común.

Con el permiso de los especialistas en cultura y arte, la necesidad de este, como expresión especial de aquella, se juzga parte de la calidad de vida, y por lo tanto de la salud o buen vivir, tanto individual como grupal y social. Por ventaja, ya no es como antes que para explicar un concepto había que ir al diccionario, que acababa con las dudas, pues ahora el número de acepciones ha crecido de tal manera que es menester decir esta es mi definición operativa del concepto, así lo entiendo.

El arte, que es la misma expresión que la artesanía, solo un poco más desarrollado y refinado, caracteriza y perfila ciertamente los aspectos de una cultura dada, pero esta es más compleja, pues se refiere a las maneras de preparar los alimentos y alimentarse, al uso de los dedos o los cubiertos, de la mesa y las sillas, a las características de las viviendas, a la forma de vestirse, a los conocimientos empíricos y creencias en la vida cotidiana, a las tradiciones, mitos, leyendas, a la forma de celebrar la fiesta colectiva, a todo aquello que determina la identidad.

La realidad ecuatoriana es intercultural, tiene sus particularidades en cuanto a todas las manifestaciones señaladas, y, dentro de ellas, ha florecido el arte maravilloso de sus escritores, pintores, músicos, y sus intérpretes, que han dado a la vida subjetiva de los ecuatorianos una especial y notable calidad de vida, que es su buen vivir.

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