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El Telégrafo

Armas, NRA y demagogia

08 de enero de 2013

Lo vimos con el lobby en defensa de la industria tabacalera, buscando convencernos, mediante descaradas artimañas comunicacionales y un fraude científico sin parangón, que los cigarrillos no hacían daño. Lo vemos hoy con uno de los lobbys más poderosos del mundo, el National Rifle Association (NRA), en su asombrosa defensa de la libre circulación de armas de fuego. El poder de los lobbys en EE.UU. es realmente asombroso.

Todos conocemos aquel recurrente fenómeno de las masacres escolares en EE.UU.: más de 100 ataques desde 1990; con algunas de gran envergadura como la masacre de Columbine High School en 1999, que ocasionó la muerte de 15 personas; la masacre de Virginia Tech en 2007 con el fallecimiento de 33 personas; y la masacre de Sandy Hook que causó, hace 2 semanas, 27 víctimas mortales entre niños y profesores.

Una causa ineludible de las matanzas reside, evidentemente, en la gran circulación de armas de fuego en EE.UU.: 88,8 armas por cada 100 habitantes, y -inevitablemente- 3,81 homicidios con armas de fuego por cada 100.000 habitantes.

La comparación con otros países de similares características (nivel de desarrollo, no inmersos en guerras civiles, etc.) es clamorosa. Australia tiene 15 armas de fuego por cada 100 habitantes y 0,14 homicidios por cada 100.000; el Reino Unido tiene 6,2 armas/100 habitantes y 0,07 homicidios/100.000; en Japón 0,6 armas/100 habitantes y 0,01 homicidios/100.000. La relación entre circulación de armas y homicidios es casi directamente proporcional.

La opinión pública estadounidense, desfavorable durante años a que se regule la libre tenencia de armas, pareciera estar cambiando. El argumento de la Segunda Enmienda de la Constitución convence cada vez menos; y con razón: en 1791 la Enmienda estuvo pensada para los viejos rifles de pólvora de las milicias y no para los lanzagranadas y las semiautomáticas que disparan 800 balas por minuto.

Obama supo aprovechar este tenue cambio de parecer para empezar a hablar de regulación. Y como era de esperar, el NRA contraatacó agresivamente. El inefable Wayne LaPierre, vicepresidente de la asociación, instó a dotar a cada escuela de guardias armados y a no prohibir –sino escalar– el porte de armas como única solución. Pero su mensaje no fue tan bien recibido por el público como en el pasado.

Resta por ver si Obama, cuya gran prioridad es llegar a un acuerdo con los republicanos sobre el “abismo fiscal”, buscará arriesgar su capital político para prohibir la tenencia de ciertas armas o si se limitará a dar señales de preocupación hasta que el asunto se diluya con el tiempo.

Por lo demás, llama la atención que las últimas tragedias en EE.UU. no hayan impedido que algún candidato presidencial en Ecuador hable de dar “autorización para el porte de armas en Ecuador”. Triste demagogia, de varios personajes políticos, al servicio de la devastación del Contrato Social de los ecuatorianos.

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