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El Telégrafo
Aníbal Fernando Bonilla

AP, tareas pendientes

11 de marzo de 2014

Luego de las elecciones seccionales de febrero es menester que en ciertos sectores, especialmente dirigenciales de Alianza PAIS (AP), se asuman los resultados desde el remezón, pero, también, desde una actitud crítica y autocrítica, más aún cuando aquello generará luces en el anhelo del buen vivir. Por esto, creo que es necesario denotar algunos aspectos que abonarán en rectificaciones posteriores.

Conviene en la inmediatez del caso, repensar en la configuración de la base social, que debe ser el sustento partidario. Esto conlleva un replanteamiento de las líneas matrices conducentes a garantizar estructuras barriales, vecinales, comunitarias, gremiales, sindicales, juveniles, asociativas, colectivas, que desde una perspectiva de correlación horizontal sean el seno y raíz organizativa. A esto hay que agregar una inevitable redirección en el diálogo con una amplia amalgama de movimientos sociales que por circunstancias variadas han ido desprendiéndose de una vinculación directa con AP. Y, además, por responsabilidad histórica es ineludible que se agoten los esfuerzos por alcanzar acuerdos con partidos y agrupaciones políticas progresistas y de izquierda, en el marco de consensos y mediación política.

AP tiene como responsabilidad inexcusable ahondar al interior de su organización en el eficiente funcionamiento de una escuela de formación ideológica y política permanente, que sea la instancia desde donde surjan los nuevos liderazgos que sirvan de soporte para el proceso de la revolución ciudadana, independiente de los apremios electorales.

Es importante entender que AP debe reverdecer en su condición de primera fuerza política del Ecuador, a partir de la irrupción de líderes y lideresas que sintonicen las demandas ciudadanas desde una oxigenación natural en el escenario político. Ya se evidencian valiosos ejemplos (Gabriela Rivadeneira, Rosana Alvarado, Viviana Bonilla, Lenin Lara), pero hay que seguir multiplicando esta iniciativa en todo el territorio nacional. Más aún cuando la respuesta del electorado ha sido en su mayoría de rechazo a los caciquismos y a la práctica arrogante y sectaria de grupos entronizados en caudillismos desgastados por el propio ejercicio del quehacer público.

Un señalamiento pertinente es que en muchos gobiernos locales en manos de AP ha prevalecido el adulo al poder, tras la canonjía y el acomodo laboral. Esa experiencia debe ser modificada para que el movimiento Alianza PAIS no degenere en burocracia partidaria. AP tiene una labor continua y prolongada en el marco de consolidar un proyecto emancipador que se asiente a través de los estamentos gubernamentales en el suelo ecuatoriano, siempre de la mano de una militancia que alcance niveles de conciencia y ética social.

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