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El Telégrafo
Aníbal Fernando Bonilla

AP: análisis y acción militante

18 de marzo de 2014

El análisis poselectoral se ha centrado en buena medida a los objetivos aún pendientes y al accionar previsto por el movimiento PAIS, a partir de los datos emanados de las urnas el 23 de febrero. Lo conveniente será que en la próxima convención nacional de dicha organización se genere un amplio debate y se proyecten resoluciones tendientes a robustecer su estructura interna desde una mirada horizontal, incluyente y verdaderamente insurrecta, en cuyo seno se discutan con vehemencia los grandes temas patrios, se formen y forjen aquellos liderazgos que requiere Alianza PAIS y provoque canales comunicativos que deriven en alianzas coherentes, tan indispensables en un proyecto de transformación social. Atrás quedan los sintomáticos esquemas de triunfalismo, el egoísmo y mezquindad dirigencial, la actitud arrogante de más de un funcionario gubernamental, la ceguera ante la imposición de ciertas candidaturas caducas por el tiempo y el natural desgaste del ejercicio administrativo y político.

Mientras que Alianza PAIS pregonó la urgencia de un relevo generacional en la corporación municipal de Guayaquil, cabe preguntarse qué sucedió en el resto del país. ¿Se dio cabida a cuadros remozados en el tablero electoral? ¿Acaso las decisiones fueron asumidas desde la expectativa ciudadana o al contrario se replicaron las prácticas consabidas del verticalismo partidario?

Es imperioso que se estimule una verdadera intervención en los estamentos directrices de una militancia que manifieste renovados bríos en la reestructuración organizacional. Tal recomposición debe efectuarse con la suficiente cavilación asumiendo correcciones que consoliden la unidad a partir del talante proactivo de las diferentes corrientes y tendencias que confluyen en AP. Hay que revisar las ventajas de sostener a los Comités de la Revolución Ciudadana (CRC) como base del régimen orgánico, sin una adecuada pedagogía política de los adherentes al proyecto de la Revolución Ciudadana. A ello es indispensable añadir la madurez que debe ostentar la militancia en las decisiones colectivas, más allá de los intereses grupales.

AP no puede descuidar la esencia de su condición de organismo político de izquierda: la deliberación ideológica; la razón básica y principio de su condición de fuerza progresista con apoyo popular. Tampoco debe desconocer a sus pares de similar génesis, que por circunstancias disímiles han sido críticos: como es el caso del movimiento indígena. Es el momento oportuno para restablecer relaciones luego del pésimo tratamiento dado al respecto por los responsables del cabildeo político. Chimborazo es un ejemplo de que es posible alcanzar acuerdos, a pesar de las dificultades para conseguirlos.

Tampoco se puede descuidar al adversario: aquella derecha reencauchada en personajes revestidos con piel de oveja y de agrupaciones de reciente conformación que alcanzaron espacios locales y seccionales, por los propios errores del oficialismo antes que por su condición de mejores opciones.

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