Publicidad

Ecuador, 24 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

Antisociales

18 de septiembre de 2012

Los antisociales, como aparecían en las notas periodísticas, siguiendo la onda de la escuela criminalística italiana, eran tipos que tenían cierto andar, una manera de vestir, lenguaje propio. No necesariamente con la mandíbula prominente como los pintaba Lombroso, no, al menos, en nuestro medio.

Con llamarlos antisociales ya se los marcaba, podían ser perseguidos y aislados. Entonces la sociedad volvía a la ilusión de la seguridad. Con ellos en la cárcel nos tomábamos la calle devuelta y nuestros niños jugaban en los parques. Los antisociales existieron siempre.

Hoy con la crisis que vive Europa ha aparecido otro tipo de antisocial, aún más peligroso, mucho más. Son los enquistados en los organismos internacionales que han recetado mucha austeridad para dizque salir de tan terrible crisis. Estos antisociales se han cargado con todo lo que signifique asistencia, seguridad, educación y salud. Ahí están, aparecen en la tele y en los periódicos, se visten elegantemente, ganan salarios como estrellas de fútbol y si alguna marca les ha caído encima, esta solo envidia suscita.

Son los criminales del siglo XXI que han condenado a mucha gente a la miseria. Andan con el viejo discurso del mercado y se declaran enemigos del Estado. Son muy cínicos e indolentes y están protegidos por ese enorme aparato mediático que semejante poder levantó. El señor Aznar, que tantas vueltas da por la región y que ahora resulta consejero de muchas trasnacionales, se desgañita pregonando que fue el Estado de bienestar el que disparó la crisis.

Recortes salariales para los trabajadores; reducción de las pensiones y desprotección en todo tipo de asistencia social. Al mismo tiempo no se toca la remuneración que gana un gerente, menos si lo es de una de esas instituciones de crédito. Son los malditos antisociales de este siglo los que ahora dicen que los pobres deben ser todavía más pobres.

Algún antídoto debería ya levantar la sociedad. No ha bastado la voz de tanto conocedor de economía, como Krugman o Stiglitz, para que estos antisociales dejen de  jorobar. Son poderosos y en Europa están protegidos por lo más duro del establecimiento, sumadas las fuerzas represivas, policías y militares.

Así que contenerlos es tarea de todos. Hay que estar atentos a los discursos y  todo lo que apunte a la pérdida de beneficios sociales. Es obra de estos antisociales, poderosos, despiadados, egoístas, ensimismados, sin sangre en la cara, mirada de hielo. Son los nuevos antisociales.

Contenido externo patrocinado