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El Telégrafo
Gustavo Pérez Ramírez

Anticipando el 1 de Mayo

03 de mayo de 2015

Escribo en vísperas del Día Internacional de los Trabajadores, respetada jornada del movimiento obrero mundial, excepto en EE.UU. y Canadá, festiva por antonomasia, en  la que se rinde homenaje a los Mártires de Chicago que le dieron su origen, se reactivan reivindicaciones de los derechos del trabajador, se exteriorizan metas a alcanzar, a la vez que se celebran las conquistas laborales logradas desde el año anterior.

Quedo a la expectativa de lo que dirán quienes han dado crédito al infundio que el actual gobierno  de la Revolución Ciudadana es una dictadura, una tiranía, un pinochetismo del siglo XXI, cuando se enteren de que una fracción del sindicalismo marcha en contra de la reciente reforma del Código del Trabajo, socializando desinformaciones, y que desde el mes de octubre pasado habían obtenido el permiso para hacer su contramanifestación legalmente en la plaza emblemática de San Francisco, en Quito, impensable en un régimen totalitario.

Quedo en espera también de los comentarios de científicos sociales y políticos e intelectuales, que por profesión deben analizar los hechos con objetividad, respecto a logros laborales contundentes, como la eliminación de la tercerización; la incorporación, pionera en el mundo, de 1,5 millones de amas de casa reconocidas como parte de la población activa, con derecho a una pensión de jubilación mediante la afiliación al Seguro Social; el aumento de salarios en general y de las empleadas de servicio doméstico en particular, cuyo salario era de $ 80, hoy más que cuadruplicado e incorporadas al Seguro Social.

¿Cómo calificarán las distorsiones de la verdad que anuncia la oposición haciendo tabla rasa de las conquistas laborales obtenidas desde 2006, ajenos a la crítica constructiva, y su indebida agitación electoral?

La oposición anuncia, por ejemplo, que marchará ante “el creciente descontento popular por la eliminación del 40% de aportes estatales al IESS”, pero se abstienen de reconocer que ese 40% “es innecesario en este momento, porque existe un superávit en el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS). En el momento que se necesiten recursos suficientes para garantizar la pensiones jubilares, el Estado tiene la obligación de poner la respectiva partida presupuestaria para garantizar el rubro”, como lo explicó Fabián Solano, presidente del Partido Socialista Ecuatoriano, compromiso que el mismo presidente Correa ha anunciado.

Es de recordar que la cultura neoliberal que anima a la oposición ha sido y será negativa por vocación. Recuérdese que contra el primer Código de Trabajo en 1938, que se originó en la Revolución Juliana como he argüido desde esas páginas, se presentó una furiosa campaña, particularmente en Guayaquil, con exageraciones tales como que “con la expedición de esas leyes se tendrían que cerrar las fábricas, quebrarían las empresas, huirían los capitales, en fin, vendría una catástrofe”. El testimonio es del Dr. Miguel Ángel Zambrano en su Breve historia del Código del Trabajo Ecuatoriano.

¡Y pensar que fueron los trabajadores quienes entonces tomaron la defensa! (O)

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