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El Telégrafo

Ante la muerte del comandante Chávez

10 de marzo de 2013

Cómo no expresar públicamente mi profundo dolor ante la muerte de este valiente líder latinoamericano, reconocido hoy como Hombre-Pueblo, que optó por los pobres y revivió el sueño de Bolívar y Martí, enfrentado al imperialismo y al capitalismo devastador, librándonos del Alca, que hubiera prolongado el neocolonialismo.

Quien, con visión de país y mente abierta a la Patria Grande, marcó el camino para la segunda independencia en base a la unidad latinoamericana y del Caribe, artífice del  Alba, la Unasur, la Celac, Telesur. Su pensamiento seguirá vigente, pues sobrevive en el pueblo y sus seguidores, a quienes con su peculiar pedagogía supo empoderar para continuar el proyecto bolivariano.

Aunque tenía todavía mucho por hacer, especialmente en cuanto al modelo de producción, su legado es inmenso, comenzando con la independencia soberana que él pregonaba como el bien supremo del cual surgen los demás, impulsó la integración regional y la multipolaridad, el poder popular o democratización desde abajo,  las denominadas misiones populares, la formación humanística y solidaria de los médicos, los colectivos, por enumerar unos pocos logros exitosos.

No escribo de oído. En 2006 estuve en Venezuela para presentar mi libro Alborada Bolivariana, y me dediqué  a conocer la realidad. Tomaba el metro hasta los terminales y allí los alimentadores hasta los barrios periféricos; pude así captar el extraordinario valor de las misiones, las instituciones escolares, la  siembra de nuevos valores que ahora germinan.

Habrá quienes, desinformados unos, mezquinos y apátridas otros, festejen su partida, y se dispongan a desmantelar las conquistas revolucionarias, pero se equivocan y se frustrarán una vez más al ver, muy a su pesar, el surgimiento de  la nueva fase de la revolución bolivariana, que su Comandante ha dejado institucionalizada y en camino hacia su profundización bajo nuevo liderato de un pueblo unido, que acogió su praxis y enseñanza antisistema. Las reacciones populares televisadas  evidencian lo profundo que caló el pensamiento bolivariano.

Cierto, subsisten ciertas contradicciones internas, quizás un anticapitalismo a cuentagotas y en los márgenes del sistema, como señalan críticos radicales, pero que se irán resolviendo gracias a la autocrítica, y a un pueblo organizado, unido y consciente. Chávez surge como un nuevo ícono junto a Bolívar y Sucre, inspirador de la revolución en cada rincón de América Latina y el Caribe, para librar la batalla inconclusa en pos de una transición radical al socialismo.

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