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El Telégrafo

Añoranza por las cadenas

30 de marzo de 2013

En su avance durante la Guerra Civil Norteamericana, el gobierno de Lincoln otorgaba libertad a los esclavos del Sur. Se dieron entonces reacciones inesperadas de parte de los liberados, algunos de los cuales se negaban a serlo y preferían quedarse junto a sus antiguos amos. Tenían miedo de ser libres.

La historia de América Latina a partir de la conquista revela las continuas fricciones entre aquellos que pugnaban por su independencia y quienes preferían la comodidad del yugo conocido. Por ello fueron tan duras las batallas en las primeras décadas del siglo XIX; porque buena parte de las clases acomodadas plegó a los españoles, arrastrando con sofismas a sectores populares, e igual situación se vivió en la Revolución Liberal y más gestas reivindicativas.

En el siglo XX ha continuado la lucha contra la dominación de países hegemónicos que, con nuevos mecanismos han pugnado por mantener una situación neocolonial, pactando con las élites domésticas. Así, han impuesto dictaduras que han masacrado a nuestros pueblos y gobiernos supuestamente democráticos que han compartido con los nuevos conquistadores los grandes recursos de nuestras geografías. Patriotas que proclamaron una posición libre y soberana fueron asesinados, exiliados, torturados, desaparecidos, en tanto se mantenía a los sectores populares en la ignorancia de sus derechos.

El Gobierno ecuatoriano ha planteado tesis fundamentales en resguardo de la soberanía de los estados, sobre los cuales no debe prevalecer ningún organismo, peor aún si responde a los intereses de potencias dominantes. En la reunión de los países partes del CIDH, celebrada en Guayaquil y luego en Washington, Ecuador con una lógica impecable demostró que, para proteger los derechos humanos, deben decidir acerca del funcionamiento de las comisiones creadas al efecto, los países que han suscrito los tratados y acuerdos correspondientes y que, únicamente la Corte Interamericana está en capacidad de imponer sanciones; que las Comisiones múltiples sobre el tema deben tener un tratamiento igualitario en cuanto a su importancia, y que su financiamiento -para mantener la imparcialidad- debe provenir de quienes son miembros activos de la entidad. Lo fundamental  de esas propuestas fue recogido en la declaración final.

Curiosamente la derecha de nuestro país a través de sus medios de prensa  ¡se congratula! del “fracaso” de la tesis ecuatoriana. Pesa mucho aún la añoranza por las cadenas de la servidumbre.

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