El 2012 será un período de certezas (para los que saben lo que quieren y lo que van a hacer) y de terribles incertidumbres y temblores para los que ni siquiera definen lo que quieren, y les queda muy difícil y distante presumir lo que van a poder hacer.
No es que los unos sean los buenos, los cuerdos, los ciertos y los otros los desconcertados: lo que sucede es que los primeros tienen un camino trazado, aunque exista un cúmulo de obstáculos que vencer, los otros están parados en un arenal, sin rumbo en el horizonte, en un desierto sin puntos de referencia, anonadados.
El 2012 será el año de las definiciones electorales sustantivas para el próximo quinquenio, y con ello, el destino de un país inmerso en un mundo afectado por simultáneas crisis de compleja naturaleza y que agobian a los habitantes de la Tierra.
Una primera diferencia de los que impulsan y respaldan el proceso de la Revolución Ciudadana es que aguardan la expectativa, cada vez más cierta, de que el candidato que liderará la campaña que se define a inicios del 2013, claramente será Rafael Correa.
La oposición tiene por lo menos unos 10 prospectos, entre propuestos por terceros y autopromocionados. En el supuesto incierto de que esos presuntos candidatos y sus escuálidos adherentes se pusieran de acuerdo para seleccionar al mejorcito de ellos, el agraciado tendría un % de conocimiento, credibilidad y adhesión tan débil que
le iría peor que al anterior contendor de Correa cuando ganó en la primera vuelta.
¿Y qué discurso dirían a sus posibles electores cada uno de los dos candidatos? En el supuesto poco creíble de que los 10 se unieran en uno, ¿cómo sería su discurso?, ¿un resumen programático de la extrema derecha socialcristiana con el extremo anarquismo del emepedé?, ¿cómo combinaría la imagen de la ética de un Caín o destacaría la desvergüenza de no haber hecho lo más mínimo para morir en el intento?, ¿va a ofrecer el caramelo de los “empresaurios” anunciando que firmará un TLC con los gringos a despecho del discurso de algunos radicales de la seudoizquierda?, ¿ofrecerá reducir el gasto público, suprimir el bono de la dignidad, el de la vivienda, el programa Manuela Espejo y todo ese “desperdicio” en la inversión social?
Las encuestas pronostican que en el año 2012 será trepidante la temblequera de los derrotados. Sería necio preguntar: ¿cuáles y quiénes serán esos?