Frente al imparable avance de la Revolución Ciudadana y de los procesos socialistas en Latinoamérica, se justifica el angustioso llamado de alerta de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), respecto del supuesto marcado deterioro que ha sufrido la libertad de expresión en el continente, y en especial Ecuador, donde se ‘masacra’ a los periodistas y prensa. Esa institución, representada por los propietarios de los grandes medios de comunicación privados de la región, retorna a sus andanzas, con mayor agresividad; si no hace mucho tiempo impugnaba la aprobación y vigencia de la Ley Orgánica de Comunicación (LOC), hoy en reciente asamblea exige, en defensa del negocio de sus miembros, la derogatoria de esa ley, porque -según esos socios- restringe la libertad de expresión.
No es revelación reciente, las reuniones de la SIP se han convertido en citas políticas con la presencia de los dueños de diarios y de unos cuantos periodistas asalariados que se mueven en su órbita para sabotear el proceso de cambio en el escenario continental. El periodismo llamado ‘independiente’ con la dirección de la SIP y el control de Washington pierde terreno y la confianza del público, por el mal manejo de las informaciones, marcadas por la manipulación de los hechos, rumores y el sensacionalismo.
Los triunfos electorales de Dilma Rousseff en Brasil y Tabaré Vázquez en Uruguay, en primera vuelta, afianzan la democracia en América Latina y contribuyen al fortalecimiento de las instituciones que propugnan la integración regional. La campaña contra la vigencia de la LOC se mantendrá con agresividad y odio, sin sentido y argumentos válidos. Solo los necios se atreven a sostener que en la nueva ley se atenta contra la investigación seria, testimonial y argumentada. No hay censura previa, pero sí responsabilidad ulterior.
La Ley de Comunicación con sus organismos rige en un momento histórico de cambios sociales y económicos en el país y el continente. Se destacan normas que garantizan la responsabilidad social y jurídica de los medios, sus representantes y periodistas. Es un hecho cierto que los medios privados o comerciales, convertidos en actores políticos, pierden paulatinamente, poder, influencia y privilegios con el advertimiento del gobierno de la Revolución Ciudadana.
A la Asociación de Editores de Periódicos (Aedep), otros quejumbrosos y ciertos articulistas, se les recuerda que, si no quieren ser acusados de enemigos del país, se dediquen a informar la verdad completa, a comentar con verticalidad y no a promover la conspiración en alianza con la oligarquía y la derecha política, desprestigiada, sin norte y carente de auténticos líderes.
La prensa ‘independiente’ no va a desaparecer, pero sí su influencia nociva. La SIP seguirá en su bullanga con su ligero y confuso eco. Anuncia como amenaza un próximo encuentro en Panamá y otro en Carolina del Sur, Estados Unidos. Afirma que “enfrentará a un escenario nada fácil, donde la libertad no es respetada”. La libertad de expresión dejó de ser privilegio de los medios; es un derecho del hombre y la mujer en su universidad.