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El Telégrafo

Andando en bicicleta

02 de mayo de 2012

Holanda es el país de la tecnología, el diseño, las vacas, los quesos y también de la bicicleta. En Amsterdam, Rotterdam o en la diplomática La Haya, sus habitantes, sin que importe su condición social, edad, sexo (ni la hora), se transportan en ellas. Son el principal medio de transporte. Incluso le han dedicado un museo en la ciudad de Nijmegen, cerca de Alemania. Una de sus piezas más preciadas es un modelo elaborado por Leonardo da Vinci.

Se calcula que hay casi 7 mil millones de habitantes en el mundo. Y hay mil millones de bicicletas. La mitad está en China (que tiene una población cercana a los 1.338 millones de habitantes). India, con mil doscientas millones de personas, subsidia a sus ciclistas. Holanda tiene la más alta densidad de bicicletas en el mundo (1.1 por cada habitante).

Para generalizar el uso de la bicicleta se requiere organización, regulación y un cambio cultural profundo. El buen funcionamiento de las ciclovías requiere de un transporte público adecuado. Se necesita un desarrollo propio o una industria nacional potente, algo que nuestras élites económicas siempre ignoraron por su perspectiva librecambista y estrecha. No se trata solo de trazar una vía.

Ahora, en Holanda, tras las duras luchas sociales de los años setenta, hay mayor respeto para los peatones y para los ciclistas. Hay rutas especializadas en las ciudades y en los alrededores. Hay grandes estacionamientos, similares a los de los autos, en las  universidades, condominios, edificios públicos.

Según el índice de desarrollo humano difundido por Naciones Unidas, Noruega, Australia y Holanda lideran el desarrollo en el mundo (una síntesis del PIB per cápita, la escolaridad y la esperanza de vida). Un estudio realizado por el National Institute for Public Health and the Environment (Instituto Nacional para la Salud Pública y el Ambiente) de Holanda revela que el uso de la bicicleta, en distancias cortas (en promedio 7.5 kilómetros) y en particular en los jóvenes, mejora la salud, reduce el ruido y por ende disminuye los costos al sistema de prestación social.

No obstante, hay una paradoja. Las bicicletas solo se utilizan para distancias cortas; mientras que, para las largas, hay un mayor uso del auto. Esto se traduce en un alto consumo de energía: un habitante promedio holandés emite 11 toneladas de dióxido de carbono al año, cuando la media mundial es de 5 toneladas por persona. Los holandeses tienen una “huella ecológica” alta.

En Ecuador, hay que promover en forma más agresiva el uso de la bicicleta. Y los ciudadanos deberíamos tomarnos las calles cada vez con mayor intensidad. Al menos podremos purificar, en parte, el aire contaminado de nuestras ciudades.

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