Posiblemente usted ha escuchado algunas veces decir que la verdad es relativa, que no existe verdad absoluta; pero no es así, ya que la verdad es única, determinada e inmutable; mas, cuando se trata de medias verdades es otra cosa, pues se contamina como si en un kilo de camarones frescos se introdujese un crustáceo podrido.
Buscar la verdad en cada aspecto de la vida debería ser prioridad para todos, pues la verdad es como el oxígeno para nuestra alma; mas, como a una piedra que no respira, a muchos no les importa la verdad. Esto sucede porque están más interesados en sus ambiciones, venganzas, apariencias, etc., y quien quiera encontrar la verdad tendrá que estar enamorado de ella para ponerla sobre toda vanidad.
¿Cómo podría amar la verdad alguien que odia a quien la tiene? ¿Reconocería la verdad el que está nublado por el resentimiento y la venganza? ¿Podría aceptar la verdad el que está deslumbrado por el fanatismo? ¿Le importaría encontrar la verdad a quien está ebrio de soberbia? ¿Buscaría la verdad quien practica la injusticia?
Todas las pasiones destructivas causan miopía intelectual y mientras más frágil sea la mente, más difícil será abrir los ojos. Los líderes de sectas extremistas y los caudillos de regímenes totalitarios saben muy bien los efectos del lavado de cerebro a las masas con menor capacidad reflexiva; por eso los niños y adolescentes adoctrinados por el nazismo fueron los más difíciles de convencer de la maldad de Hitler, pues habían sido literalmente envenenados por la doctrina perversa que los hacía adorar a su líder.
Quien ama la verdad reconoce su gran valor y la recibe con felicidad como quien encuentra un tesoro. El Noveno Mandamiento ordena: “No levantarás falso testimonio”, por eso, cada vez que rechazamos la verdad nos levantamos contra Dios. Amar la verdad es no creer fácilmente lo que nos dicen, por mucha autoridad que pretenda tener el emisor; amar la verdad tampoco es cosa de débiles y por ello debemos recordar la oración de Gandhi: “Señor: ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles”.
La propia Biblia nos recomienda: “juzgadlo y analizadlo todo”. Por esto invito, a quienes leen este y otros artículos, a pesar cada una de las palabras y conceptos, a fin de que cada día pulamos nuestro amor por la verdad. Pero hay quienes se rinden a las mentiras, no porque las crean, sino por intereses mezquinos, esto es corrupción de conciencia.