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El Telégrafo

Amigo Félix

28 de mayo de 2013

Es un manabita recio, curtido por el sol a sol de cada jornada, lleno de valores que ignora. Luego de “arrejuntarse” con la primera que pasó por su juventud inexperta en amores y “sacarle” tres críos, cambió de modelo por otra más joven. Con ella vive, con ella se instaló hace años en la Thalía Toral, donde armó una casita del Hogar de Cristo. En su pobreza se vanagloriaba de tener la casa más elegantona del barrio. Ni gracia, pues es jardinero, pintor, medio carpintero, lo que salga, con tal de ganarse el pan del día. Cuando le inquirí sobre el lugar exacto donde vivía para localizarlo en caso necesario, me dijo que cerca de la represa, causando mi preocupación por el riesgo de estar su vivienda en una zona de reserva.

Vino el último desalojo y me acordé de mi amigo Félix. No está su nombre en el listado de los desalojados, ¿qué pasó? A los pocos días le encontré tranquilo, como si nada le hubiera pasado. Me relató que recibió la notificación con la orden de que debía irse del lugar porque estaba a escasos 150 metros del canal. Sin inmutarse, pese a lo grave del evento, me contó que al día siguiente desarmó la casa y se marchó para instalarse en el patio de un familiar. Supuse que estaría molesto con el Gobierno, con el “Presi”. Nada que ver. Reconoció que estaba advertido; pero le animaron a quedarse con el cuento de algún gritón testaferro de los traficantes de tierras de que ya está todo arreglado con un palogrueso y por eso tienen calles, luz, negocios, todo. “De aquí no nos saca nadie”, era el cebo para que la gente pierda el miedo al inminente desalojo.

Nada de rencores en la mirada triste del amigo Félix. Le da la razón al Presidente que ha repetido, sobre todo en campaña, que no tolerará las invasiones, pero “uno bruto”, dice, “se deja llevar por esa gente que lo único que busca es hacer plata”. No perdió sus pertenencias ni las paredes de la covacha. Se salvó con las justas, pero se quedó sin solar, a merced de quien le acogió con la generosidad propia de los pobres. Condena con fuertes términos a los desadaptados que destruyeron el único hospital levantado por el Gobierno cerca del  sector. Este hombre, en su elemental visión de la vida, tiene la capacidad para discernir entre lo que le está permitido por la ley; o ser tonto útil de los traficantes de tierras y de sueños.

La pobreza no es parte del paisaje ni responde a un determinismo que nos entucaron los explotadores. Mi amigo Félix está entre los más pobres, víctimas de la tentación que le pintan los usurpadores. Pero igual que él, miles y miles de compatriotas sin tierra siguen prendidos a la esperanza de acceder a un lote con servicios en algún programa gubernamental. Señora Gobernadora, querida Viviana, don Félix espera su gestión solidaria para seguir soñando en la justísima utopía de posar con su familia en un nidito propio. Hay amigos Félix por millones que sustentan con su voluntad revolucionaria esta hermosa Revolución Ciudadana.

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