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El Telégrafo
Guido Calderón

Amazonía: Aislamiento forzado

15 de febrero de 2015

Dos jóvenes señoras comentaban sobre el cuidado de sus bebés y una recomendaba: -Yo tengo una niñera de 16 años, de adentro de la selva, son muy buenas cuidando niños, pues desde pequeñas crían a sus hermanos, pero tienes que repetirles todas las instrucciones todo el tiempo, no es que no te hagan caso, es que se olvidan, su alimentación es tan pobre que no desarrollan correctamente algunas partes del cerebro y no pueden aprender bien ni recordar.

Se me empañaron los ojos, si hay algo doloroso en la selva, es ver cómo se cría a los niños y niñas. No existe el menor concepto de sus ‘derechos’. Son criados con castigos brutales, deformación de sus cuerpos y expuestos a ser asesinados por adultos de otros grupos. Poner ají en la fogata produce una humareda tóxica, sobre la cual a un metro de altura se extiende al niño y encima de su cabeza se pone una hoja ancha para que el humo se concentre en sus ojos, nariz y boca. El niño solo patalea con angustia, no puede gritar, si lo hace se ahoga más rápido. Dos adultos lo sostienen con firmeza.

El Código de la Niñez y la Adolescencia rige en todo el Ecuador, el salvajismo no puede ser considerado ‘cultura’ y menos un impedimento para que el Gobierno ingrese a todo rincón de la selva ecuatoriana y haga un censo de sus habitantes, sus principales necesidades empiecen a ser satisfechas y que niños y niñas sean criados respetando sus derechos, sin la barbarie con las que hoy les crían algunos grupos que mantienen a los menores en un aislamiento forzado, no voluntario; y en muchos sitios donde el aislamiento es involuntario y esperan que el Estado llegue con la modernidad de la cual ya gozan varios grupos indígenas amazónicos.

No existen ‘pueblos’ no contactados, solo pequeños grupos que viven en chozas sobre el barro, sin ningún tipo de protección contra los insectos que despellejan a los recién nacidos, que son cargados por sus hermanas o madres, no hay diferencia, porque en la selva las niñas son forzadas a ser madres entre la pubertad y adolescencia.

Cientos de jóvenes indígenas menores de edad huyen cada día de sus violentos hogares, unas pocas chicas con suerte logran ubicarse como niñeras en ciudades cercanas, los varones en su mayoría quedan de ‘empleados’ de colonos que no les pagan y los tratan como animales.

Un programa similar al ‘Manuela Espejo’ direccionado a los y las menores de la Amazonía que viven en condiciones infrahumanas y de secuestro, mostrará resultados aterradores. El Gobierno debe reenfocarse sobre estos grupos en aislamiento voluntario para los adultos quizá, pero en aislamiento forzado para sus adolescentes, deseos@s de una modernidad que campañas de ambientalistas impiden al Estado llegar a mejorar… y en algunos casos a salvar sus vidas.

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