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El Telégrafo

Alternativas

28 de junio de 2012

Partiendo de que el capitalismo ya no es sostenible, por cuanto estamos viviendo en sus estertores finales, pienso que hay que centrar nuestros esfuerzos en adaptarnos a un gran cambio de modelo económico. 

Considero que las alternativas viables al capitalismo no son en sí otro sistema, sino una mezcla de las bondades de este, más las virtudes de otros y más formas nuevas de hacer las cosas. La economía del bien común puede ser un punto de partida interesante, pero antes hay que asumir la realidad y el trasfondo del problema que estamos atravesando.

A mi criterio, las bondades del capitalismo, dignas de resaltar, son: que las personas tengan oportunidad de acumular capital a base de su esfuerzo y de su trabajo, con su respectiva contribución a la sociedad mediante impuestos en función de sus ingresos. Nada de evasión fiscal, nada de rebajar impuestos a las grandes fortunas, etc. Trasladar el poder económico fuera de los mercados financieros a la economía auténtica. Es decir, que el crédito no sea el motor de la economía, sino el capital real con el que cuenten las personas y las empresas.

Por otro lado, entre las virtudes del socialismo, destacan: que se relacionaría con el anterior en el punto de la repartición de la renta mediante los impuestos y las trabas a la fuga de capitales por motivos superfluos como son la adquisición de una segunda vivienda o consumo de productos que no sean de primera necesidad. Necesidades básicas cubiertas para toda la población de tal manera que las brechas de desigualdad que se observan en el capitalismo actual no sean posibles.

En concordancia, las nuevas propuestas serían: la producción local, el consumo local y todo lo que favorezca los sistemas abiertos y de cooperación colectiva. Disminuir la dependencia de los recursos energéticos no renovables y la sobreproducción de materiales innecesarios, como lo son ahora los teléfonos móviles, por citar un ejemplo. Reducir el consumismo irracional y favorecer el reciclaje. Cambiar el enfoque de la moda, por ejemplo, de lo banal a lo responsable. Combatir la dependencia del automóvil y favorecer el transporte público. Crear un salario mínimo mundial que impida la explotación de los trabajadores.

Para no alargar mi propuesta, hay muchas cosas que podrían hacerse, pero no suceden por falta de voluntad política, por miedo a alterar el statu quo y porque tanto los políticos como los empresarios se han olvidado de que la base de su posición económica y política somos las personas quienes, lamentablemente, también estamos perdiendo el norte de que lo importante no es el teléfono celular que tenemos, ni la ropa que vestimos, ni el auto que conducimos, sino la responsabilidad con la que debemos llevar nuestras vidas.

Finalmente, creo que la sociedad se encuentra en estado adolescente, por tanto, estamos destruyendo inconscientemente el mundo actual para crear un nuevo mundo en el cual vivir. Aún tengo esperanzas de que lograremos cambiar las cosas.

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