Se han cumplido 40 años de la muerte de Salvador Allende. Nació en Valparaíso el 26 de junio de 1908. Decidió estudiar medicina, graduándose en 1933. Masón. Participó en 1932 en la fundación del Partido Socialista. En 1942 es designado secretario general.
Desempeñó numerosos cargos públicos, en una época en la que el imperio norteamericano ejercía brutalmente su dominio sobre su país. Derrotado tres veces como candidato a la presidencia de la República, triunfa en 1970, postulado por la Unidad Popular, integrada por los partidos Comunista, Socialista y otros grupos progresistas, esgrimiendo la tesis de la “vía chilena al socialismo”. Es decir, la no violenta, para construir la nueva sociedad. La izquierda chilena jamás pensó en la insurrección armada.
Hoy que la figura de Allende se agiganta, está en juego el futuro de la humanidad. De ahí que el mejor homenaje a su memoria es luchar por la pazLa humanidad de entonces vivía la época histórica conocida con el nombre de “coexistencia pacífica”. Con la que los países tanto capitalistas como socialistas habrían de convivir para evitar otra guerra mundial. El principal campo de batalla radicaba en la emulación económica. Pero la Unión Soviética era muy débil económicamente para competir con EE.UU. Triunfante Allende, el presidente norteamericano Richard Nixon ordena impedir su posesión. Venciendo una serie de dificultades, asume la presidencia el 3 de noviembre, dando paso a cambios trascendentales en beneficio de su pueblo y su nación.
Nuestros cantantes y trovadores latinoamericanos hacían suyas esas conquistas de la Unidad Popular y las expresaban en canciones revolucionarias.
Mas la acción de la CIA y la traición de algunos de los militares cercanos al mandatario, como Augusto Pinochet, atacaron el Palacio de Gobierno el 11 de septiembre de 1973. En el combate, como todos sabemos, muere Allende. Para algunos fue un suicidio. Para otros un asesinato. Esta tesis tiene muchos criterios a su favor, pues había dicho en su última alocución: “Defenderé con mi vida la autoridad que el pueblo me entregó”.
Es ocioso recordar la era de terror y dolor que inauguró Pinochet. Sus crímenes fueron globales, quedando en la impunidad. Instaló el fascismo.
Vino entonces la globalización neoliberal que liquidó el socialismo en Chile y agudizó en nuestro continente la pobreza y la desigualdad social.
Fue necesario que transcurriera más de un cuarto de siglo para que surjan en nuestra América condiciones económicas sociales propicias a la democracia participativa o socialismo del siglo XXI, utilizando las armas de esta época, que son las ideas.
Hoy que la figura política de Allende se agiganta, está en juego el futuro de la humanidad a la que tanto amó, con la amenaza de una conflagración.
De ahí que el mejor homenaje a su memoria es luchar por la paz.
¡Porque triunfe la paz sobre la guerra!