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El Telégrafo
Lucrecia Maldonado

All you need…

02 de abril de 2014

Hace años la Iglesia católica se apoderó de dos bellas canciones del folk norteamericano: ‘The sounds of silence’, de Paul Simon, y ‘Blowing in the wind’, de Bob Dylan, dieron forma y paso a dos extraños productos del sincretismo llamados ‘Padrenuestro del silencio’ y ‘Saber que vendrás’. Los resultados se entonan hasta hoy, pero no dejan de ser desastrosos, por lo que una se pregunta, más allá de la filiación religiosa, al revisar el patrimonio musical y encontrar misas de Bach y misas de Mozart y misas de un montón de gente igual de talentosa, ¿para qué? ¿No será mejor echar mano del vasto patrimonio musical de la misma institución si de captar fieles se trata?

A futuro, sería bueno considerar a nuestros talentosos compositores e intérpretes para promocionar nuestro país en el contexto internacional.De igual manera, la música de los Beatles pertenece al conjunto de cosas que iluminaron mi vida desde la más tierna infancia, ese sencillo y profundo imaginario de las obras amadas. Tanto así que cuando en la iglesia evangélica con la que ‘coqueteaba’ me plantearon la idea de renunciar a esta música para que Dios arreglara algún aspecto de mi vida, preferí que ese aspecto siguiera desarreglado (de hecho, se fue a pique) antes de tener que renunciar a la música de los ‘Escarabajos de Liverpool’.

Supongo que no soy la única persona que experimenta este gusto, y por eso mismo comprendo que ahora que el mundo se está percatando de que todo lo que necesita es conocer el Ecuador, se tenga que hacer la promoción con música de los Beatles. Hay muchas situaciones comprensibles detrás de este aspecto: los Beatles son los Beatles, y como dice una persona muy querida para mí, no tenemos en  Ecuador el grupo ni el cantante o compositor que pueda competir con ellos en el contexto de la música del mundo, al menos a nivel de popularidad, porque hablar de talento ya es otra cosa. Tal vez por eso se justifica emplear una de sus canciones para promocionar a nuestro país en el ámbito internacional.

Pero si bien hoy por hoy, entre la urgencia y el deseo de promocionar nuestro país como un lugar con un enorme atractivo turístico, echamos mano de un conocido tema del genial grupo británico, tal vez sería bueno, a futuro, cuando Ecuador sea lo suficientemente conocido (o incluso antes), considerar a nuestros talentosos compositores e intérpretes para promocionar nuestro país en el contexto internacional, no solo con sus paisajes y atractivos físicos, sino también con su patrimonio espiritual y emocional, del que forma parte no solamente la música ecuatoriana que ya existe, sino toda la que se podrá producir en el futuro.

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