La humanidad vive momentos cruciales y de incertidumbre. Suceden acontecimientos extraordinarios, que horas antes eran inimaginables. Consciente o inconscientemente, por acción u omisión, desenmascaran y hasta dejan desnudas a las personas, mostrando su grandeza o miseria espiritual y material.
Lo importante son los hechos y no las palabras. Mucho mejor es cuando coinciden los hechos y las palabras al servicio de la vida. Lo peor es cuando las palabras ocultan la realidad. Nadie se escapa de la toma de posiciones frente a los acontecimientos personales y mundiales. Nuestra ignorancia no nos libra de la destrucción de la humanidad y la naturaleza. El gran dilema es alinearnos en la alianza por la vida o por su destrucción.
Existen las alianzas que con pretextos de llevar la civilización, hacen esclavos a los pueblos. La Inquisición y la evangelización, para salvar almas, quemaron personas. Por llevar el progreso de la civilización occidental, destruyeron o colonizaron a los “bárbaros”. Por creerse la cultura y el pensamiento únicos y verdaderos, colonizan y destruyen culturas y civilizaciones. Hablan de libertad, igualdad y fraternidad y cometen crímenes en su nombre.
La triple Alianza Inglesa, para destruir a Paraguay. La Alianza del Eje (Alemania, Japón e Italia), para dominar el mundo. La OTAN, para enfrentar a la Unión Soviética y destruir países soberanos. El Banco Mundial, para explotar y dominar a los países pequeños. Una Alianza para el Progreso, que en los hechos fue para que los países se atrasen. Tratados de libre comercio, para que las transnacionales, los grandes empresarios y los banqueros saqueen a los países más débiles que, por tener oportunidades de trabajo, pierden la dignidad y la soberanía. Alianza del Pacífico, para que las transnacionales, el capital financiero internacional y los empresarios no paguen impuestos y aranceles y hagan lo que les dé la regalada gana. Con el pretexto de ganar seguridad, perder privacidad y libertad.
Hay que construir una gran unidad y alianza para salvar a la humanidad y la naturaleza entre las personas y pueblos que tienen identidad, orgullosos, dignos, honestos, solidarios, patriotas, ecologistas, naturalistas, conscientes, pensadores, sabios, meditadores, iluminados; además, con los explotados, desocupados, austeros, sencillos, verdaderos revolucionarios y rebeldes, capaces de indignarse ante las injusticias que se cometen en cualquier lugar. La mayoría de los ecuatorianos ama y lucha por un buen vivir para todos.