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El Telégrafo

Alianza popular-militar

28 de diciembre de 2012

En la década de los setenta, los ruidos de sables se extendieron por América Latina. La imposición del neoliberalismo requería dictaduras. Y así sucedió. Los pueblos fueron sometidos mediante el terrorismo de Estado.

Miles de asesinados, desaparecidos, torturados, perseguidos, exiliados, fueron el trágico saldo que dejaron las dictaduras fascistas que asolaron el continente. Actualmente los golpes de Estado han evolucionado: son blandos, “institucionales”, refinados.

Del grosero golpe en Honduras contra Zelaya -apresado en pijama en su domicilio y expulsado de su país en horas de la madrugada- pasaron al golpe “parlamentario/institucional” contra Lugo en Paraguay.     

Se requiere implementar un programa de concienciación al interior de nuestras Fuerzas Armadas. No es posible continuar con la doctrina del Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad (que reemplazó a la Escuela de las Américas). Se hace necesaria una nueva doctrina militar, que sea protagonista de los procesos democráticos.

En el marco de la IV Reunión Ordinaria del Consejo de Defensa Suramericano, realizado en la ciudad de Lima, Ecuador propuso la creación de la Escuela Suramericana de Defensa, como un espacio académico para la formación de personal civil y militar para afianzar una identidad regional propia a través de la generación de un pensamiento y doctrina común, que respete las particularidades y, a la vez, aliente las potencialidades de cada país miembro de Unasur.  

El conflicto Este-Oeste no está en el escenario. Ahora estamos inmersos en un mundo multipolar y las tensiones que hoy se dan en el planeta son Norte-Sur. De allí la necesidad de formar al nuevo militar ecuatoriano y suramericano, con visiones soberanas e integracionistas.

Nuestro país tuvo militares de la talla de Rumiñahui, Epiclachima, Píntag, Eloy Alfaro.
El Ecuador tuvo militares con sensibilidad social, como los que formaron parte de la Revolución Juliana de 1925 y los que apoyaron la “Gloriosa” de 1944.

La actuación de Guillermo Rodríguez Lara, quien se negó rotundamente a la aplicación del tenebroso “Plan Cóndor” en el Ecuador, es también digna de elogio. La construcción de una alianza popular-militar garantizará que las arrogantes élites que se acostumbraron a retacear, alquilar o vender la patria no intenten -nuevamente- romper la Constitución.

Los militares patriotas son los que actúan guiados por las palabras de Simón Bolívar: “Juro por el Dios de mis padres, juro por mi patria, juro por mi honor, que no daré tranquilidad a mi alma, ni descanso a mi brazo, hasta no ver rotas las cadenas que oprimen a mi pueblo por voluntad de los poderosos”.

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