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El Telégrafo

Alianza PAIS y su rumbo

01 de abril de 2013

El triunfo del Gobierno y su contundente mayoría en la Asamblea pone al movimiento Alianza PAIS en una situación compleja frente al futuro mediato. Compleja porque deberá manifestarse como una sólida fuerza política para la politización de la sociedad entera. Algunos afirman que la fortaleza se ha demostrado en las elecciones, sin embargo, eso es relativo al peso que el Presidente tuvo al definir por su propia presencia el rumbo electoral. El peso político del Presidente puede ser abrumador para la propia organización; un verdadero reto para sus integrantes por mantener una “autonomía respecto al Estado”, como reza en uno de sus documentos sobre el Régimen Orgánico.

Esa autonomía es tarea compleja porque su estructura se pone en movimiento en cada proceso electoral, cosa que es correcta pero insuficiente para convertirse en una organización orgánica, es decir, que supere el tiempo electoral y se concentre en el tiempo político y no a la inversa. El tiempo político incluye el tiempo electoral como una coyuntura, aunque importantísima, limitada a su propia dinámica. Fuera del tiempo electoral no basta la organización y funcionamiento de los comités y su amplio número a nivel nacional, sino el contenido ideológico que lo acompaña. La denominada “preocupación por la autoformación de los miembros”, aún queda en preocupación dejada a cada miembro, lo que bien puede provocar caprichosas lecturas y poca rigurosidad a la hora del análisis para la acción política. Vista la cosa así, el Socialismo del Buen Vivir, queda en el claro obscuro al interior del movimiento.

Ese Socialismo debe tener una fuerte exigencia militante o como se quiera llamar, pero además un proceso formativo intenso que no basta con la visita de académicos o intelectuales a las provincias a dar charlas o talleres donde lo que más se consigue es dejar un marco narrativo que los miembros deben apropiarse, pero que corren el riesgo de solo repetir incesantemente lo escuchado sin necesariamente tomarlo y con pensamiento crítico ponerlo al debate. No basta que solo Alfaro sea el “alma tutelar” del proceso revolucionario ya que si se quiere que el Poder Constituyente siga activo, la lucha organizativa no pasa por lo que solo haga el Gobierno desde el Estado, sino por el ensanchamiento ideológico y político en cada rincón del país.

Algunos dirán que hay Manifiesto, Programa de Acción y Programa de Gobierno, etc., sin embargo, una cercanía a la existente militancia devela aún una frágil formación histórica, donde prima la poética ideológica del alfarismo y una escasa visión estructural del país; un caso ejemplar es la pregunta sobre la propuesta de la matriz productiva o, con mayor relevancia política, el conocimiento minucioso de la Constitución de Montecristi. Ahora Alianza PAIS, su “militancia”, se pone a prueba de no acomodarse por un Ejecutivo fuerte o una Asamblea numerosa; el salto cualitativo socialista que debe alcanzar debe superar el aún fuerte folclorismo de lo andino y sus simpáticas canciones.

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