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El Telégrafo

¡Alerta, falta mucho por hacer!

27 de febrero de 2013

Después de la victoria amplia y transparente de la RC, algunos sesudos analistas y candidatos del poder oligárquico añoran las prácticas neoliberales archivadas por el Gobierno. Varios, con amargura y cinismo, no admiten la derrota, más bien hablan de “fraude”; tamaña grosería que la opinión pública rechaza.

La ejecución del modelo ha permitido que el poder democrático se consolide. El pueblo cree en el proyecto político y en el Presidente y los ha respaldado, a pesar de la oposición rabiosa de la vieja partidocracia y sus alcahuetes, que ya no dan más, y se pasan mintiendo, calumniando, inventando situaciones.

La inmensa mayoría está consciente de la gran obra del Gobierno, del uso correcto de los dineros públicos, de la recuperación del petróleo entregado a las transnacionales y de la soberanía, así como de la acción social inmensa en su beneficio; de cómo la oligarquía endeudó al país y se sometió a los poderes imperiales.

Está alerta. Sabe que falta mucho por hacer y que el proceso va de largo. En esta nueva fase del proceso exige que se fortalezca el poder popular y el Estado democrático, a tono con las grandes tareas, reforzando los movimientos sociales y organizando su participación, lo que demanda mayor y oportuna presencia de AP.

La agenda legislativa se cumplirá en consecuencia con el plan de gobierno; la coordinación de los poderes del Estado debe mejorar, ya que los responsables de su conducción son actores cobijados por los mismos objetivos. Es torpe, si no pueril, imaginar confrontaciones en este proceso. La acción conjunta, permanente y oportuna es lo necesario y es clarísimo que Rafael Correa es el gran conductor elegido tantas veces por el pueblo.

Por ello es urgente su mirada certera para darle más fuerza a la organización política, vincularla con las masas y continuar con la construcción del sistema económico social solidario y las políticas redistributivas de la riqueza y del ingreso. El llamado del Presidente  a que sectores diversos se incorporen al proceso es correcto. Que regresen muchos que abandonaron la RC, se busquen caminos de acuerdo con la gente de PK y, lo que no se ha dicho, desde una visión correcta de la organización, que sus juventudes, necesarias para la conducción del gobierno popular, tengan la suya, formal, con sus mecanismos propios de acción.

En la agenda legislativa inmediata, están las leyes de aguas y tierras, base para la transformación agraria; y esta, indispensable para el desarrollo de las ciudades, sesgadas por las oligarquías y caciques locales, preocupados de  lo suntuario, lucrar, especular, atracar los dineros públicos, abandonando a las poblaciones marginales a su suerte, negándoles los servicios básicos para una vida decente.

AP debe de inmediato socializar su propuesta para los gobiernos autónomos descentralizados y definir las prioridades, frente a las próximas elecciones. Con ellas hay que rescatar muchos municipios y mejorar la administración de otros; para ello hay que dialogar y tomar decisiones, con objetividad y sabiduría democrática.

Es la gran oportunidad para atender directamente a la inmensa población marginada en los barrios populares del país.

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