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El Telégrafo

Al rescate del proyecto

30 de abril de 2012

El Fenómeno del Niño del período 1982 a 1983 fue calificado como uno de los más adversos del siglo pasado. La pluviosidad registrada en Guayaquil (4.600 m.m.) fue cinco veces mayor que el promedio normal y las inundaciones causaron la destrucción de la infraestructura vial, con pérdidas económicas cuantiosas y perjuicios a los campesinos.

En este ambiente catastrófico, el Proyecto Babahoyo no se inundó, pero las organizaciones campesinas (cooperativas) estaban quebradas financieramente. Para solucionar esta situación, el gerente del Banco de Fomento de Babahoyo decidió  un préstamo de excepción para los morosos del Proyecto, bajo condiciones severas de control y administración de la inversión.

Como resultado se obtuvo que el crédito concedido fuera recuperado íntegramente, todas las cooperativas obtuvieran ganancias y hasta pagaron una pequeña parte de la deuda vieja como reconocimiento de cumplimiento de sus obligaciones. Se demostró así que el Proyecto Babahoyo funcionaba.

El diseño técnico del sistema de riego del Proyecto Babahoyo corresponde al utilizado en los  “pólder”, así se denomina a los terrenos bajos pantanosos húmedos como son las marismas  y llanuras aluviales, las cuales un vez desecados se aprovechan para la agricultura.

La protección del área beneficiada se la resguarda mediante diques perimetrales y los excesos de de agua se expulsa mediante bombeo. El Proyecto Babahoyo significaba  para el Estado asegurar la oferta de la gramínea en períodos críticos como fue la sequía de 1968.

El Proyecto planeó regar 11.000 hectáreas y se completaron 7.000, que contaban con los apoyos técnicos de la modernización: asistencia técnica, centro de mecanización, planta de procesamiento, silos de almacenamiento y un plan físico de reasentamiento rural (programas ahora desaparecidos). 

La operación y mantenimiento (O & M) del sistema de riego del Proyecto Babahoyo fue transferida a los usuarios en 1998, junto con la capacidad de cobrar  a los usuarios la cuota del agua, para sufragar estos servicios, sin los cuales el sistema se destruye.

A inicios de este mes observé el Proyecto y, otra vez, lo que pareció un milagro hace 30 años ha vuelto a suceder, el sistema de riego Babahoyo resistió y no se inundó, aunque está en un proceso acelerado de deterioro. Es necesario rescatarlo con la participación del campesinado, lo cual significaría recobrar la confianza en las obras del Estado.

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