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El Telégrafo

Agujeros negros

07 de junio de 2013

En la masa de una estrella llega un momento en que los neutrones no pueden soportar la gravedad. La estrella se apaga y se convierte en agujero negro.    

El científico británico Stephen Hawking ha dedicado buena parte de su trabajo a estudiarlos. Junto con Roger Penrose definieron al agujero u hoyo negro como “el horizonte de sucesos dentro del cual todo objeto es absorbido irremediablemente hacia el centro de dicha singularidad”.

Hablando en términos más simples, estos cuerpos tienen la particularidad de atraer a los que están en sus alrededores y los ingresan al mundo de las tinieblas. En consecuencia, los desaparecen.

Algunos “historiadores” pretenden enviar algunos capítulos luctuosos para el pueblo a los agujeros  negros, como los de junio de 1959Camilo Ponce Enríquez fue fundador del Movimiento Social Cristiano. Lo designaron candidato a las elecciones presidenciales como representante de Alianza Popular, que era un frente político de derecha. En plena campaña electoral, en un discurso pronunciado en Quito, el 29 de enero de 1956, dijo: “Si yo no fuese lo que soy, vosotros no estaríais aquí. Si yo no fuese lo que soy, no me apoyarían las entidades políticas verdaderamente calificadas y honorables que me apoyan. Si yo no fuese lo que soy, el pueblo del Ecuador me pondría el dedo, como lo pone en la frente de muchos mercaderes que se dicen honorables y que no son sino traficantes de la política. Por eso estoy ante vosotros, y por eso, con la cara limpia y en alto, puedo recorrer la República. No me importan los dicterios de los necios, porque soy hombre que me miro todos los días ante el espejo de mi conciencia, que se refleja ante Dios”.

Una cosa fue el discurso de campaña y otra, muy diferente, lo que hizo cuando estuvo en el poder. Tomó posesión de su cargo el 10 de agosto de 1956. Siendo presidente, ordenó disparar al pueblo guayaquileño. Cayeron cientos de estudiantes, trabajadores, hombres y mujeres humildes que, sintiéndose afectados por la dura crisis económica, salieron a las calles a protestar. La Policía y el Ejército cumplieron al pie de la letra las órdenes del presidente socialcristiano.

Con el ya conocido pretexto de mantener el orden, luego de los dolorosos sucesos manifestó: “El 2 y 3 de junio de 1959, Guayaquil estuvo al borde de la destrucción (…) yo tuve que hacerles frente, mereciendo el aplauso de lo más representativo de Guayaquil y de la justificación del Congreso (…) yo ordené, y lo volvería a hacer en circunstancias análogas, que la fuerza pública salvara a Guayaquil”. Después del 2 y 3 de junio de 1959, ¿habrá sido capaz de mirarse en el espejo de su conciencia?

Algunos “historiadores” pretenden enviar algunos capítulos luctuosos para el pueblo a los agujeros u hoyos negros. Quieren trasladar a las sombras del olvido sucesos como los de junio de 1959. No lo lograrán. Hoy el pueblo está consciente de que la distorsión, el engaño, el olvido, no tienen cabida en el nuevo Ecuador. Las ciudadanas y ciudadanos están conociendo la verdadera historia y están escribiendo otra, en la que no existen cruces sobre el agua ni fosas comunes.

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