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El Telégrafo

Agua u oro

16 de diciembre de 2012

¿Por qué no agua y oro? Los dos son valiosos recursos de la naturaleza. El agua es fundamental para la vida; hay que defenderla a capa y espada.

Pero el oro adquiere también su valía dentro de un enfoque holístico, que contempla no solo las necesidades primarias, sino también las culturales, tecnológicas, medicinales, económico-sociales y de bienestar. Si bien es el sistema financiero el más beneficiado, la joyería da empleo a millones de trabajadores y son múltiples los usos del oro, inclusive para computadoras, televisores, celulares, GPS. Desde Hipócrates ha habido empleo medicinal de sales de oro, hoy inyecciones de oro contra la artritis.

Agua- oro no debería ser una antinomia.¿Por qué entonces la oposición radical contra la extracción del mineral, convertida en “maldición de los recursos naturales”? El deterrente es el modelo extractivo a ultranza, voraz;  los graves abusos de las transnacionales mineras que dejan impunemente destrozos ecológicos; y la amenaza de la megaminería que impone el capitalismo destructivo.Hay que oír a las víctimas hablar de Ecuacorriente S.A., que lleva varios años en Ecuador.

Aunque en su página web se vanagloria del “trato justo, responsabilidad social y gestión ambiental”, quienes han sufrido la invasión de sus tierras con paramilitares y la violencia al amparo de jueces sobornados, lo niegan. Repsol,  a su vez, ha sido acusada de contaminar el Parque Nacional Yasuní.

Para un propietario rural, su parcela es su vida, de la que saca su sustento y no quiere ver contaminadas las aguas que la riegan. A nadie le gustaría que lo saquen de donde ha vivido por generaciones, así sea precariamente.Es necesaria, entonces, una combinación de factores para medir los pros y los contras: tecnología, investigación objetiva de la realidad, pragmatismo para establecer prioridades, con el bien común como meta.

Debe ser posible una minería responsable, que no contamine el agua y que permita utilizar las ingentes riquezas mineras para solucionar necesidades básicas de la población.

La salida del dilema es compleja, síntesis dialéctica, que no puede dejarse solo al arbitrio de mitologías o creencias como que “los espíritus se enojan si vienen los mineros”; “los minerales han sido puestos por Dios para sustento de la tierra”; “la Pachamama o el Creador puso a prueba la sapiencia humana, escoged, ¿el oro o el agua?”. PS. Quienes han estudiado con seriedad las profecías de los mayas, sostienen  que el mundo no se acabará el próximo 21 de diciembre. Comenzará una nueva era. Es de esperar que sea de solidaridad y equidad.

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