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El Telégrafo

Agroecología

30 de abril de 2013

La muchedumbre europea, que para sus vacaciones privilegia entornos con aire,  agua limpia y clima estable, condiciones ambientales consideradas en el pasado sin valor financiero, advierten que cada vez estos sitios están más lejanos y se vuelven restrictivos para su descanso y casi inaccesibles de aspirar por amplios sectores de restringidas posibilidades económicas.   

Esta situación fue difícil de imaginarse al iniciarse la denominada Revolución Industrial,  en la segunda mitad del siglo XVIII, del anterior milenio, en la cual se inició la modernización de Europa, pasando de una economía agraria y artesanal a una economía industrial.

La agricultura se tecnificó paralelamente al desarrollo industrial y mediante la mecanización provocó excedentes mano de obra de campesinos, los cuales se trasladaron a las ciudades donde encontraron ocupación en las tareas de manufactura operándose cambios profundos en la estructura social y el surgimiento de un nuevo estrato profesional consumidor.

Las nuevas máquinas incrementaron la capacidad de producción agrícola.  El aumento de la producción y el desarrollo de los transportes favorecieron la comercialización y la ampliación de los mercados, así como el mayor empleo de los recursos naturales, principalmente suelo, agua y energía proporcionada por la leña (bosques) y los combustibles fósiles (petróleo).

Así los países desarrollados se localizaron al norte y  los países subdesarrollados al sur. Y sin obedecer a situaciones geográficas, en los trópicos del planeta se sitúa el mayor número de ellos.

Los resultados de la modernización agrícola han sido asimétricos para los trópicos, impulsando la exportación de su producción sin valor agregado, en beneficio de países desarrollados, esquilmando sus recursos naturales: suelo y agua, y aplicando paquetes tecnológicos altamente dispendiosos de energía obtenida por combustibles fósiles, altamente contaminantes del ambiente.     

Como respuesta se ha venido proponiendo la alternativa el sistema de producción agroecológico, el cual se define como un conjunto de componentes físicos, económicos y sociales, relacionando como subsistemas la participación de las organizaciones campesinas en las estrategias y decisiones para obtener como objetivo básico la producción sustentable observando los umbrales de resiliencia, los cuales constituyen el límite hasta donde un ecosistema natural puede soportar perturbaciones sin desequilibrarse permanentemente.

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