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El Telégrafo
Melania Mora Witt

Agresión a Venezuela

14 de marzo de 2015

Con estupor se recibió la declaración del presidente norteamericano acerca del ‘peligro inusual’ y la amenaza que representa Venezuela para la política interna y posición internacional de Estados Unidos. Parece una broma de mal gusto, pero no se puede tomar a la ligera una proclama ante el Congreso de ese país, por los antecedentes que en tal sentido precedieron a incursiones armadas en varios lugares del orbe.

Cuando parecía superada la época de las amenazas imperiales, vuelve a operar la ceguera que ha caracterizado a las relaciones norteamericanas con sus vecinos del Sur. Una total falta de sintonización con la actual situación regional vuelve a  ensombrecer el posible acercamiento que la resolución de diciembre para restablecer las relaciones diplomáticas con Cuba parecía haber creado. En vísperas de la Cumbre de las Américas a reunirse en Panamá el próximo abril, se provoca un estallido de protestas a lo largo y ancho del continente que, después de la sorpresa, manifiesta su indignación ante la injerencia burda y soberbia en los asuntos internos de Venezuela.  

El presidente Maduro se apresuró a explicar al gran pueblo bolivariano el alcance de la amenaza. Dio lectura a puntos sobresalientes de la intervención de Obama, incluyendo el decreto que constituye una abierta amenaza. La canciller del país explicó también que en el Congreso americano se discutía la autorización  para que el presidente pueda desatar acciones armadas sin límites geográficos. Ello resulta casi retórico; desde la anexión de la mitad del territorio mexicano en el siglo XIX, la doctrina del ‘destino manifiesto’ ha estado vigente para la expansión territorial primero y la dominación generalizada después.

Es lamentable que el ‘Premio Nobel de la Paz’ haga poco honor a esa distinción manteniendo conflictos en todo el planeta. Nadie en su sano juicio puede creer que el Gobierno de Venezuela constituya un peligro para el país más poderoso de la Tierra. Pero la nación de Bolívar y Miranda tiene la más grande reserva de petróleo del mundo, a más de otros recursos que la hacen apetecible para el imperio.

La errada diplomacia norteamericana se basa en buena medida en los informes que embajadores y cónsules dan a su gobierno. En la mayoría de las veces, ellos se relacionan de inmediato con las élites económicas, que representan a los medios de comunicación, las finanzas y las grandes empresas. Trasladan esa visión que no corresponde a la realidad de los pueblos que, como en el caso venezolano, acompañan y defienden a su gobierno.

Entre los respaldos recibidos por Venezuela destaca el de Ecuador. El nombre del presidente Correa fue ovacionado de pie por el pleno del Congreso, al mencionar el presidente Maduro su firme rechazo a estos desplantes colonialistas trasnochados. Venezuela está en peligro, pero cuenta con la solidaridad activa de toda la región que vive un cambio de época, no comprendido por los grupos que gobiernan Estados Unidos.

América Latina no permitirá una agresión contra la patria de quienes, hace 200 años, nos hicieron libres.

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