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El Telégrafo

Agradecimientos

22 de febrero de 2013

No tengo el honor de conocerla personalmente. La he visto únicamente en fotografías y videos.

En los últimos seis años usted, probablemente, no ha disfrutado mucho de la compañía de su esposo. Las responsabilidades que tiene el Presidente son tantas y tan complejas. No obstante, señora Anne, las beneficiarias del Bono de Desarrollo Humano son madres como usted, y le agradecen.

También le agradecen: los miles de niños que ya no están en los basurales. Los miles de niños y niñas que dejaron la mendicidad. Los 600.000 niños y niñas que ya no trabajan, porque se han incorporado a estudiar y reciben uniformes, desayuno escolar, libros. Las 80.000 empleadas domésticas que ahora tienen un salario digno y están afiliadas a la seguridad social.

Las madres que dejaron de ser pobres. Las miles de familias que recibieron préstamos hipotecarios del Biess y hoy tienen su vivienda propia. Los 8.000 jóvenes que están becados y se encuentran estudiando en las mejores universidades del exterior.

Los miles de pacientes con enfermedades catastróficas que reciben apoyo del Estado. Los miles de niños y niñas que podrán conocer las bellezas naturales del Ecuador, cuando viajen por el ferrocarril que construyó Eloy Alfaro Delgado y rehabilitó su esposo. Las locomotoras y vagones han vuelto, para abrazar con ternura a la patria.   

El amor a su esposo se transformó en amor al Ecuador y a su gente. Usted rechazó ser la “primera dama” de nuestro país. “Todas somos iguales”, fueron sus palabras. Gracias a esa actitud, las madres humildes son ahora las primeras damas en ser atendidas con calidad y calidez cuando acuden a los programas solidarios de la Revolución Ciudadana.    

A Sofía, Anne Dominique y Rafael Miguel, quienes han puesto su cuota de desprendimiento, solo queda agradecerles y recordarles que Rafael Correa Delgado pasará a la historia como uno de los mejores presidentes del Ecuador. Ustedes se sentirán complacidos por la vasta obra que transformó a nuestra patria. Vuestros hijos admirarán también las obras de su abuelo, con sano orgullo.

Gracias señora Anne Malherbe Gosseline por su tolerancia, prudencia, paciencia. Las ecuatorianas y ecuatorianos comprendemos lo que significa para usted esperar –en avanzadas horas de la madrugada, con la lámpara encendida– que su esposo retorne a casa… sano y salvo.

Millones de ecuatorianas y ecuatorianos están felices por la contundente victoria alcanzada. Serán cuatro años más de obras en favor de las mayorías. El Gobierno presidido por su esposo así lo ofreció y así lo hará. Sin embargo, para usted serán cuatro años más de sacrificios.

Por todo ello, es pertinente decirle una vez más: ¡Muchas gracias, señora Anne!

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