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El Telégrafo

Agenda por el cambio de era

08 de enero de 2013

Pasaron las expectativas del inicio de los grandes cambios físicos en la Tierra o el fin del mundo y, al no cumplirse las predicciones, muchos pierden la fe lentamente. La fuente oficial está en la Biblia, donde claramente se dice que solo Dios es el único que sabe el día y la hora de estos hechos, y que ni los ángeles del cielo lo saben.

Lo importante es que nos convirtamos en mejores personas y aportemos al “Buen Vivir” en el entorno que podamos influir y, además,  concienciemos a las demás naciones sobre cuáles son los retos a enfrentar, para lograr la paz, solidaridad, equidad y la adecuada distribución de la riqueza con la que todos anhelamos.

Se requiere liderar la agenda común del buen vivir a nivel mundial de políticas públicas que reflejaran sus resultados en el corto y largo plazo.

Acabar con la doble moral: “Es preferible que muera un hombre a dejar que una nación degenere y perezca en la incredulidad”, sabias palabras manifestadas en el Libro de Mormón, 1 Nefi 4:13.

No es posible seguir tolerando los crímenes atroces, el enriquecimiento ilícito, fruto de la corrupción pública y privada, el tráfico de personas, órganos, drogas, contrabando. Para ello, además, habrá que eliminar los “paraísos fiscales” y colaborar entre naciones para sancionar y penalizar estos delitos. Todos escudados en los derechos humanos, protegiendo a los infractores y olvidando a las víctimas.

Unificar la carga fiscal para las empresas y ciudadanos en todos los países para eliminar las explotaciones laborales y los desempleos masivos en los países de origen, además de obligar a los Estados a ser eficientes en tamaño y costo de gestión, logrando la real sinergia entre colaboradores públicos y privados rompiendo esas desigualdades y castas laborales.

Luchar contra las pandemias sociales, en salud física, mental, malos hábitos adquiridos y conductas que violan los derechos de los demás; para eso necesitamos reeducar a todos en valores, ética y moral, comprendiendo que -irónicamente- los buenos y malos coinciden en que buscan personas, confiables, obedientes, no viciosas, verídicas. Entonces, ¿dónde está la diferencia entre el bien y el mal? En ambos lados se requieren buenas personas.

Dotar a los países de la infraestructura básica y talento humano homologable para incentivar la movilidad empresarial, acorde a la disponibilidad de las materias primas y competir en igual calidad a precios justos.

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